Adrián Silvestre • Director de Hágase tu voluntad
“Casi todo el mundo tiene conflictos con sus familias y desencuentros con sus padres”
por Alfonso Rivera
- El cineasta valenciano explica el origen de su película de encargo, su deseo de que no caiga en el tremendismo y que sea el retrato de complejos lazos familiares donde no falte humor

El 6 de septiembre llega a las salas españolas con DocsBarcelona Distribución –tras pasar por el Festival de Documentales de Tesalónica y DocsBarcelona, donde obtuvo el premio Docs del Jurado Antaviana– el nuevo documental de Adrián Silvestre, titulado Hágase tu voluntad [+lee también:
crítica
entrevista: Adrián Silvestre
ficha de la película] y centrado en la figura de su propio padre, con quien hace tiempo que no mantiene relación y que, golpeado por la enfermedad, desea poner fin a su vida.
Cineuropa: ¿De dónde nace tu deseo de narrar esta situación y, sobre todo, de contar con tu padre para llevarla a cabo?
Adrián Silvestre: Las productoras del film (Producciones del Barrio, Nanouk Films y Atresmedia Cine) me encargaron desarrollar un proyecto sobre la eutanasia y el derecho a morir dignamente. Estuve meses buscando historias, pero siendo fiel al tipo de cine que hago: esperanzador y con sentido del humor. Barajé varias situaciones hasta que me di cuenta de lo que estaba pasando en mi familia era digno de ser contado en una película, pero yo no lo quería ver. Hablé con mi hermana y mi madre sobre este proyecto que tenía que desarrollar y me dijeron: “Hazlo sobre papá, sabes que desde que le dio un ictus se quiere morir y pedir la eutanasia”. El problema es que yo llevaba más de 20 años sin verle. Hablé con las productoras y cuando me dieron el visto bueno hice un pacto con mi padre: tendríamos el reencuentro y sería filmado, sin habernos visto antes. Así, el primer encuentro entre nosotros, que se ve en el film, es real. De este modo empezamos el proyecto, motivados por esa idea inicial de hablar de la eutanasia para descubrir que luego había otros temas, como los reencuentros y la complejidad de una familia que se ha ido desvinculando. Nos lanzamos así a este viaje, también a mis raíces, pues regresé a Valencia y a los lugares de mi infancia, mi barrio y el pueblo donde veraneamos. Mi padre y yo hemos revisitado aquellos lugares para despedirnos.
Entonces ¿no hay reconstrucciones?
Es un documental puro y duro, sin repeticiones. Todo sucede tal cual, de una sola vez.
Es la primera ocasión en que te pones delante de la cámara, ¿verdad?
Sí, la primera vez y la última. No me apetecía hacerlo, me daba pereza, pudor y miedo a exponerme, pero por otra parte no había otra forma de hacerla: es documental y no iba a poner a un actor a interpretarme a mí. Lo hice por y para el proyecto, pero no es algo que disfrute ni se me dé bien. Pero aprendí a estar delante de la cámara y con el rabillo del ojo mirando lo que pasaba, con un monitor entre las piernas.
¿Cómo aceptó tu padre convertirse en el personaje protagonista?
Al principio me dio vértigo. Le transmití la idea de que una película es una carrera de fondo y resulta dura a veces, con jornadas largas de trabajo, pero fui afortunado y me di cuenta de que él iba a estar ahí y hasta era todo un personaje cinematográfico, no le importa que la cámara esté presente y no es en absoluto artificial, sino completamente natural.
¿Cómo aceptó el público esta propuesta durante su estreno mundial en Tesalónica?
Yo iba con el temor de que esta historia fuese demasiado local y personal. ¿Por qué le iba a interesar al espectador la historia de mi familia?, me preguntaba. Esperaba que sí, pero no lo pudimos comprobar hasta que no se estrenó allí. Y conectó a través de la emoción, lo que me sorprendió. Me di cuenta de que casi todo el mundo tiene conflictos con sus familias y desencuentros con sus padres. Sucede con personas LGTBIQ+, pero no únicamente. La gente que había sufrido distanciamiento con el padre o habían perdido a algún familiar conectaba mucho, porque proyectaba sus propias vidas. En ese sentido, siendo director y también personaje del film, vi cómo en los coloquios posteriores a las proyecciones lo llevaban al lado humano y querían hablar más con el Adrián hijo que con el director. Se da un elemento catártico en Hágase su voluntad que lleva al espectador a conectar con sus propias historias más que con la de mi familia. En ese sentido, es una historia universal porque todas las familias tienen problemas y todos moriremos en algún momento.
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