02/09/2024 - VENECIA 2024: El director alemán habla sobre los intentos de Leni Riefenstahl por reescribir su propia historia mientras se construía una tumba más profunda

(© Giorgio Zucchiatti/La Biennale di Venezia/Foto ASAC)

La carrera de Leni Riefenstahl es tan impresionante como problemática, debido a su cercanía con el Tercer Reich y su estética visual de corte fascista. Estos hechos constituyen una realidad que ella habría preferido que la gente olvidara. En Riefenstahl [+lee también:
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ficha de la película], el documental de Andres Veiel sobre la cineasta alemana, que ha sido proyectado fuera de competición en Venecia, el director alemán traza y desvela los esfuerzos de Riefenstahl por reescribir su propia historia —y nuestra memoria de ella— mientras, al mismo tiempo, cava una tumba aún más profunda.

Cineuropa: El legado de Leni Riefenstahl se hizo público hace ocho años. Como siempre ocurre con un patrimonio como este, se intenta proyectar una determinada imagen de uno mismo. ¿Cuál fue tu enfoque para diseccionar semejante cantidad de material?
Andres Veiel: Al tratarse de un legado analógico que fue digitalizado a partir de 2018, me fueron llegando fragmentos poco a poco. Había 50.000 fotografías, además de material audiovisual inédito. En un momento dado, supe que tenía que hacer esta película. Por un lado, quería acercarme a este personaje tan complejo y ambivalente; por otro, también quería examinar el presente, demostrar que no se trata solo de una historia de vida concluida, sino de una advertencia para el futuro.

Una de las líneas narrativas es cómo estos Mitläufer, estos simpatizantes, eran enviados de un plató de televisión a otro. La gente esperaba fuegos artificiales ideológicos como resultado de estos enfrentamientos constantes.
Siempre tuve claro que no se puede separar el logro estético y artístico del ideológico. En Estados Unidos, Riefenstahl ha sido aclamada por Quentin Tarantino o Francis Ford Coppola como la artista femenina más importante del siglo XX. Lo que me sorprendió desde el principio fue esa negación permanente y tajante de la conexión entre estética y política. El legado nos brinda muchas oportunidades para restablecer esa conexión. No obstante, para mí era imprescindible no limitarme a sentarla en el banquillo y decir: “Mirad, esta es la culpable”. Se trataba de dejar claro que hay formas de causar impresión, y lo que hacemos es analizarlas más detenidamente.

En algunas escenas, el narrador de la película interviene para decir que no fue así y aclarar ciertos aspectos. En otras secuencias, solo habla ella, de modo que se espera que los espectadores saquen sus propias conclusiones.
Esa es siempre la pregunta: ¿cuánto hay que explicitar? Algunas contradicciones las señalamos de inmediato, como cuando reitera que el mensaje de El triunfo de la voluntad no es otro que la paz, y que no había nada racista en la película, y entonces cortamos a un discurso en el que apela a la “pureza de la raza”. En otros momentos, resulta evidente que estaba mucho más implicada de lo que admite. ¿Cuán grande debe ser su culpa para mentir así?

Uno de los debates actuales gira en torno a la pregunta de si se puede separar al artista de su obra. ¿Cómo categorizarías históricamente a Leni Riefenstahl?
Las pistas se encuentran en su legado. No me sentí lo suficientemente desafiado, porque evidentemente cometió errores o no eliminó ciertos elementos que pesaban mucho sobre ella. No hacía más que preguntarme: ¿por qué me desafía tan poco con la poca complejidad de su argumento y, al mismo tiempo, me desafía tanto? ¿Es el legado en sí mismo una trampa? ¿Era simplemente “demasiado estúpida” para darse cuenta de lo mucho que la incriminaría? ¿O es solo la presunción de quienes difunden noticias falsas y propagan estas mentiras con tal convicción que hace tiempo que se han convertido en su verdad? Para mí, la película es una profecía negativa que nos advierte de que, si no estamos atentos y no intervenimos, este mundo volverá a tomar un camino oscuro.

(Traducción del inglés)