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VENECIA 2024 Fuera de competición

Fabrice Du Welz • Director de Maldoror

"Quería ofrecer una dimensión totalmente accesible a la película, porque el tema es importante y va más allá de mí"

por 

- VENECIA 2024: Hablamos con el cineasta belga, que presenta un fresco familiar que se transforma en un thriller hipertenso inspirado en el caso criminal que hizo implosionar a su país

Fabrice Du Welz • Director de Maldoror
(© Fabrizio de Gennaro/Cineuropa)

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entrevista: Fabrice Du Welz
ficha de la película
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, su nuevo largometraje, que se ha estrenado a nivel mundial fuera de competición en el Festival de Venecia. El director se inspira en un doloroso capítulo de la historia belga contemporánea al tiempo que mete una marcha más para ofrecer un fresco naturalista que poco a poco va adoptando la forma de un thriller oscuro a más no poder.

Cineuropa: ¿Cuál es el origen del proyecto?
Fabrice Du Welz:
Es una película que llevaba mucho tiempo intentando hacer. Al principio, cuando dije que quería hacer una película sobre el caso Dutroux, percibí cierta hostilidad en las reacciones de la gente, como si fuera un tema sagrado que no se pudiera ni nombrar. Los aspectos que me chocaron fueron principalmente dos. El primer choque fue a nivel estético, con Érase una vez en… Hollywood, la que para mí constituye sin duda la obra maestra de Quentin Tarantino, ya que la película me llevó a darme cuenta de que con fe y las herramientas del cine se puede conseguir cualquier cosa; me parece asombrosa la forma en que el director coge una historia que supuso un verdadero cambio de paradigma en la historia estadounidense y la convierte en una película de reconciliación. La segunda cosa que me chocó fue una anécdota real que nos contaron en su momento sobre el caso, y es que un policía dijo que bajó al sótano de Dutroux un año antes de que lo detuvieran y oyó voces de niños, pero nadie le hizo caso. Durante años, me pregunté cómo hizo aquel hombre para consolarse a sí mismo cuando le dijeron que estuvo a punto de salvar a aquellos niños. Qué dilema moral tan traumático… ¿Cómo se hace para vivir —o sobrevivir— con la culpa? Este es precisamente el origen de la perspectiva en torno a la que gira la película, la de un joven policía con grandes ideas y una determinación enorme a la hora de hacer el bien, pero también con la necesidad de estudiar detenidamente su propia responsabilidad ante el mal. Esta encrucijada moral me llamaba mucho la atención.

Maldoror marca una ruptura con tus películas anteriores, ya que adoptas por primera vez un enfoque casi naturalista.
Investigamos muchísimo acerca del tema de la película. El contexto tenía que ser implacable, preciso, exacto. Este enfoque tan sumamente realista constituía indudablemente un elemento clave para mí. Crecí en Bruselas, y el caso Dutroux me afectó enormemente, pero no de la misma manera que a los habitantes de Charleroi. Pasé mucho tiempo allí haciendo encuestas, de modo que pude comprobar cómo la gente todavía no lo había superado, cómo el desprecio se podía percibir en el ambiente, cómo el fantasma del caso seguía atormentando a los habitantes… Nos hicieron creer que se había hecho justicia, pero nada más lejos de la realidad. Quería hacer una película sobre Charleroi, sobre la miseria económica, social y moral del lugar. Y es que esta ciudad, que convive con un vacío gigante a causa de los sucesos, ha sido totalmente abandonada a su suerte. Por eso quería que fuera auténtica a escala humana, pero también llena de humanidad. Dado que hablamos del mal —un mal casi metafísico—, hacía falta un contrapunto, y esto es lo que creo que aporta a la película la vertiente de saga familiar, el viaje de este personaje acogido por su familia política en la comunidad siciliana, donde se topa con una fuente inagotable de humanidad, solidaridad y empatía repletas de autenticidad. El trabajo que hicimos en Marcinelle con los actores que interpretan a los miembros de esta comunidad, que encontramos durante un salvaje proceso de casting, lo cambió todo para mí. Quería desprenderme de cualquier artificio que pudiera haber utilizado en mis películas anteriores. La idea era dar a la película una dimensión profundamente popular con el fin de que fuera lo más abierta posible, porque creo que el tema es importante y va más allá de mí. Invertí mucho en el personaje de Paul que interpreta brillantemente Anthony Bajon, ya que ambos compartíamos esa estupefacción por el mundo. Cuando tenía 20 años, pensaba que el mundo de los adultos era un mundo ordenado, donde la gente podía distinguir entre el bien y el mal. Pero el caso Dutroux es de lo más turbio que he visto en mi vida. Mi guionista y yo trabajamos duro para hacer una película que nos pareciera lo más justa posible, sobre todo en el último tercio, que constituye una especie de historia alternativa en la que reinventamos lo que nos han robado: el sentido de la justicia.

¿Cómo has hecho para coger la figura colectiva de un monstruo como Dutroux y convertirla en un personaje de ficción?
Teníamos la misión de retratar a un monstruo del que todos nos hacemos una idea. Soy un gran admirador de Sergi López, ya que, al ser español, no se achantó en ningún momento a la hora de interpretar a un personaje que un belga no se habría atrevido a encarnar. Para crear al personaje, visualizamos a una panda de capullos a su alrededor, una especie de paletos como los de La matanza de Texas. Para nosotros, era esencial no entrar en el sótano, no representar ni a padres ni a hijos. Era algo que veíamos como un dogma; no queríamos arriesgarnos a hacer algo subido de tono ni caer en el sensacionalismo.

(Traducción del francés)

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