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SITGES 2024

Élise Otzenberger y Cécile de France • Directora y actriz de Par amour

"Siempre sentí algo muy espiritual y un poco místico sobre mi relación con el agua"

por 

- La directora y la protagonista de la película hablan sobre su atracción hacia su tema principal y sobre por qué era importante para ella conectar sus infancias

Élise Otzenberger y Cécile de France • Directora y actriz de Par amour
(© Sitges Film Festival)

Sarah (Cécile de France), madre de dos niños pequeños, descubre una parte más primaria —o quizá más infantil— de sí misma en Par amour [+lee también:
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ficha de la película
]
, el segundo largometraje de Élise Otzenberger. Esta críptica historia sobre la familia, la maternidad y la importancia de nuestro yo más joven va revelando sus secretos muy lentamente a lo largo de la película, y todo ello a medida que Sarah empieza a creer en la existencia de cantos de sirenas que habitan el océano. Cineuropa se ha sentado a hablar con Otzenberger y de France sobre esta obra de gran carga temática que se ha estrenado a nivel mundial en el Festival de Sitges.

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Cineuropa: Empecemos por la premisa central de la película, que no es otra que el agua. ¿Por qué este elemento en particular? ¿Qué significa para vosotras?
Élise Otzenberger:
Es una especie de obsesión que tengo. El agua ha sido muy importante para mí desde que era niña, y también hago submarinismo con mucha frecuencia. Siempre he sentido una conexión muy espiritual y un tanto mística con el agua. Se me ocurrió la idea de hacer una historia sobre extraterrestres, pero no de una forma muy realista, y de eso hace ya mucho tiempo. Es algo muy personal.

Cécile de France: Para mí también. Siempre que elijo formar parte de una película es como: “Dios mío, otra vez una escena con agua”. He interpretado escenas con agua en casi todas mis películas. Así que me dije: “Vale, tengo que explorar mi inconsciente”. Y la verdad es que sí que encontré algo: un mensaje, tal vez, o estoy intentando conectar con algo de mi vida que estaba ahí antes de venir a la Tierra. No lo sé, pero me encantan los misterios y todo aquello que no podemos explicar de forma cartesiana, ¿sabes? Al igual que Élise, me atrae esta parte misteriosa de la vida.

Élise, mantienes el misterio en secreto durante la mayor parte de la película. Pero entre vosotras, ¿hablasteis de algunas posibles explicaciones al misterio? ¿O también queríais mantener la incógnita en vuestras mentes?
E. O.:
Tuvimos muchas conversaciones en torno a este aspecto en concreto, pero no precisamente para dar respuestas. La poesía de la historia era muy importante, por lo que, incluso en nuestras conversaciones, teníamos la sensación de que el secreto, el misterio, tenía que estar en todas partes, en todas y cada una de las escenas.

C. d. F.: Decidimos centrarnos más en la relación con los niños y las conexiones que se establecían entre los tres.

Los niños son una parte fundamental de la historia de Sarah. ¿Cómo hicisteis para establecer una relación con ellos durante el rodaje, tanto dentro como fuera de la pantalla?
E. O.:
Tuvimos mucha suerte, ya que los actores [Navid y Darius Zarrabian] son hermanos en la vida real. Esto fue sin duda un gran regalo. Fuimos sinceros con ellos en todo momento. Creo que no intentamos ocultar el difícil momento que atraviesa la familia en ningún momento de la historia. Por supuesto, no les hicimos partícipes de todas las escenas difíciles. Intentamos mantenerlos al margen de las discusiones adultas más profundas, pero eran muy inteligentes y se hacían una idea de cómo funcionaban las cosas.

C. d. F.: Les invitamos —como en un juego— a que no se lo tomaran demasiado en serio, de modo que, evidentemente, no les dijimos nada del estilo de: “Vamos a hacer una película, así que tenéis que tener claro que es algo muy importante”.

Sarah pasa de no dar credibilidad a creer en el transcurso de la película, y se rompe la frontera entre lo que podríamos llamar “imaginario” —o mágico— y el mundo real. ¿Qué opinión te merece este cambio en la relación de Sarah con sus hijos y su familia?
C. d. F.: Interpretar a un personaje en evolución fue una experiencia de lo más interesante. Sarah empieza a sentirse abrumada ante su creciente carga mental y su trabajo como madre, que no es poco. Como consecuencia, el público se pregunta: “¿Qué podrá hacer para liberarse de esta situación?”. Luego está la cuestión de su hijo y su decisión de guiarse por el instinto y creerle. El espectador empieza a preguntarse si está loca, puesto que está atrapado entre el lado cartesiano de la sociedad y la pregunta de por qué está en una sala de cine, pero es precisamente para eso, para contar historias. Es algo que forma parte de la infancia, y para mí resulta imprescindible enviar un mensaje a todo el mundo, decir al público: “Por favor, no os olvidéis de vuestra infancia si queréis convertiros en adultos felices y padres apegados a sus hijos”. No cabe duda de que, si no te desprendes de tu infancia, sales ganando en todos los sentidos.

Una última pregunta sobre los efectos visuales, que son sencillamente preciosos. Los planos del océano a vista de pájaro, especialmente, resultan realmente impactantes. ¿Cuáles fueron tus puntos de referencia visuales para la película? ¿Había algún elemento que quisieras resaltar?
E. O.:
El mar, como no podía ser de otra manera, era un elemento fundamental. Poner esos planos en la película era algo que tenía que hacer sí o sí. Aunque no teníamos mucho tiempo, a veces conseguíamos tener otra cámara dedicada a las secciones de agua. Tuvimos muchos momentos con planos muy especiales centrados únicamente en la criatura, en el agua, en la bañera. Eso era realmente importante para mí.

(Traducción del inglés)

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