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ARRAS 2024

Marcin Koszałka • Director de White Courage

"Lo que siempre me ha interesado son los individuos que se encuentran en situaciones extraordinarias"

por 

- El cineasta polaco habla sobre el origen de una cinta muy ambiciosa alrededor de la historia y las historias, la colaboración y la resistencia, la aventura, la familia y el amor

Marcin Koszałka • Director de White Courage
(© Aurélie Lamachère/Arras Film Festival)

El consumado director de fotografía Marcin Koszałka, que comenzó su carrera como cineasta dirigiendo documentales antes de debutar en la ficción con The Red Spider [+lee también:
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(en competición en Karlovy Vary 2015), está de vuelta con White Courage [+lee también:
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, su nuevo largometraje de ficción, que, tras haber recibido varios premios en el Festival de Gdynia y haberse convertido en todo un éxito de taquilla en su país de origen, ha sido proyectada en la competición oficial del 25.º Arras Film Festival.

Cineuropa: Declaration of Immortality, tu documental de 2010, ya giraba en torno al alpinismo en los montes Tatras. ¿Dirías que es esta pasión la que te ha impulsado a realizar White Courage, un largometraje de ficción sobre el oscuro episodio del “Goralenvolk”?
Marcin Koszałka:
Empecé a hacer montañismo a mediados de los años 80, y conocí a gente fascinante, como por ejemplo los himalayistas. Por aquel entonces, esta disciplina era sin duda mi gran pasión. Siempre me ha llamado la atención la gente que se enfrenta a circunstancias extraordinarias. Después de estudiar sociología, decidí matricularme en una escuela de cine y estudiar dirección de fotografía. Fue entonces cuando dejé de practicar alpinismo a un nivel alto, aunque sigo haciéndolo como afición. Hace unos 20 años, escuché hablar del “Goralenvolk”, el episodio en el que los highlanders polacos colaboraron con los nazis, que constituye un capítulo muy oscuro de la historia de Polonia que se ha barrido bajo la alfombra. Estos highlanders son un pueblo maravilloso, con una cultura, tradiciones y danzas propias, y en el imaginario polaco siempre han sido retratados de forma positiva. Por eso, hace seis años decidí conectar este episodio histórico con mi pasión por el montañismo y hacer una película sobre ello.

¿Fue larga la fase de investigación para escribir el guion junto con Lukasz M. Maciejewski?
Sí, porque teníamos muy poca información, y lo cierto es que esta historia es un tabú. En la mentalidad polaca, queremos vernos como héroes, ya sea en la época napoleónica o durante la Segunda Guerra Mundial, y muchos políticos e historiadores polacos afirman que en Polonia nunca hubo colaboración con los nazis. Sin embargo, desde la etapa del guion, sabíamos que no queríamos hacer la típica película histórica polaca, sino buscar un enfoque más personal, más cercano al cine de autor. La fase de investigación y escritura fue tan larga que nos llevó años. Se trata de una historia real, pero hemos modificado los personajes principales, así que no son exactamente los originales. Lo más delicado fue abordar el tema del nacionalismo, porque el protagonista no colabora con los nazis de una forma maniquea, sino que se mueve constantemente en una zona gris. Cabe destacar también que esta región formaba parte del Imperio austrohúngaro y que, en la época en la que está ambientada la película, solo llevaba 20 años siendo polaca. De hecho, muchos de sus habitantes hablaban alemán. Algunos previeron la intención de los nazis de destruir Europa, pero también vieron en ello una oportunidad para liberarse, para convertirse en un territorio autónomo o, simplemente, para sobrevivir. De hecho, es increíble que la cinta haya recibido financiación del anterior gobierno polaco con esta historia —si bien es cierto también que nos pidieron que no estrenáramos la película antes de las elecciones—. El presupuesto fue de solo 3,7 millones de euros, pero aprovechamos al máximo los recursos.

¿Dirías que los lazos de sangre constituyen el tema principal de la película?
El tema principal no es otro que el amor en la tragedia, el acto de tomar decisiones dramáticas. Los dos hermanos eligen caminos opuestos, y es precisamente ese el motor del drama. La toxicidad familiar y el amor son una constante y una obsesión en mis películas. En White Courage, los padres ejercen una influencia tóxica sobre sus hijos, con un trasfondo de intereses económicos que se ven amplificados por la tradición.

¿Cómo llevaste a cabo la puesta en escena de las espectaculares secuencias de alpinismo?
Quería rodar estas escenas de la manera más realista posible, y la principal razón por la que pudimos aspirar tan alto fue porque conocía a los mejores especialistas y trabajamos como un equipo de operaciones especiales, preparándonos con meses de antelación y con la mayor precisión posible.

También te has encargado de la dirección de fotografía. ¿Qué intenciones tenías respecto a este aspecto y a la puesta en escena?
Para mí, lo más importante es el entorno y el encuadre. La interpretación, por supuesto, es fundamental, pero yo considero que ocupa un lugar secundario. Nunca ensayo con los actores, porque creo que lo esencial es el casting y los momentos de hablar sobre la visión de los personajes, además de que me gusta mantener cierta frescura durante el rodaje. La cámara debe adaptarse a los intérpretes. En general, me guío por la intuición, pero pienso de antemano en los movimientos de cámara para decidir si filmaré una escena con cámara fija o en movimiento. Para esta película, pasé mucho tiempo estudiando pinturas de highlanders realizadas por artistas polacos antes de la Segunda Guerra Mundial, así como numerosas fotografías de la época. Luego, junto con mi diseñadora de producción, Elwira Pluta, creamos un libro de colores con una guía para la combinación cromática de cada escena. Me gusta usar luz natural, pero es en el plató donde termino de afinar todos estos detalles.

(Traducción del francés)

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