Kamal Aljafari • Director de A Fidai Film
"Esta película no es solo sobre Palestina, sino sobre cualquier lugar que ha sido ocupado y cualquier pueblo oprimido"
por Roberto Oggiano
- El director palestino habla sobre su película, hecha de imágenes de archivo saqueadas por el ejército israelí reelaboradas para expresar la opresión que está viviendo su pueblo

Tras ganar el premio a la mejor película en la competición Burning Lights de Visions du Réel, A Fidai [+lee también:
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ficha de la película], de Kamal Aljafari, participó en la sección Signed del IDFA. Nos reunimos con el director palestino para hablar de su película, compuesta por imágenes sacadas del archivo del Centro de Investigación Palestina, ocupado por Israel en 1982.
Cineuropa: Una frase que me llamó la atención en tu película es el intertítulo “La cámara de los desposeídos”. Si el archivo saqueado en 1982 en Beirut está en manos del Estado israelí, ¿cómo conseguiste acceder a él?
Kamal Aljafari: Hay dos tipos de imágenes: unas proceden del archivo saqueado en 1982 y otras de diferentes archivos israelíes que son accesibles para todo el mundo. El material que pertenece al Centro de Investigación Palestina pasó de unas manos a otras, [empezando] por las personas que tienen acceso a él, y ahora está en manos del ejército israelí. Algunas de estas personas hicieron carrera académica escribiendo sobre ello, y en cierto modo, para mí, son los segundos saqueadores de este archivo, porque no quisieron compartirlo con los palestinos. Tuve que insistir con algunos de ellos, que al final accedieron, concediéndome un tiempo limitado para revisar el material y compartiendo las imágenes en una calidad muy baja. Lo irónico es que las personas que confiscaron estas imágenes afirman estar del lado de los palestinos porque trabajan en el campo de los estudios postcoloniales. El material que utilicé es muy poco comparado con todo el que tienen. Con el concepto de “cámara de los desposeídos” me refería a la imposibilidad de acceder a sus propias imágenes y a las de países ocupados. La “cámara” está formada por estos dos tipos de imágenes de archivo, una de las cuales fue catalogada por el ejército israelí con un texto sobreimpreso que yo taché. También trabajé con diferentes películas, tanto de ficción como documentales, que encontré en distintos archivos israelíes en línea, para liberarlas del uso colonial. En la historia israelí, los palestinos no solo existen como presencia física, sino también como fantasmas.
En tu trabajo con estas imágenes, llevas a cabo una segunda manipulación sobre ellas, consiguiendo resultados muy diferentes de los obtenidos por Israel. Como sugiere el título de la película, no rehúyes la idea de ser partidario y de la imposibilidad de un punto de vista neutral, mientras hablas de un proceso de colonización en curso.
K.A.: Para mí, hacer esta película es un acto de resistencia. Es bastante chocante ver el uso interno de estas imágenes por parte del ejército israelí, donde todo, según ellos, se convierte en un peligro, incluso un niño caminando sobre el barro. Para ellos, un niño, una mujer que cocina en una tienda de campaña y un guerrillero están al mismo nivel: todos son el enemigo. Este es exactamente el proceso de deshumanización que ha sufrido el pueblo palestino y que está permitiendo las matanzas masivas que siguen teniendo lugar hoy en día en Gaza. Con mi trabajo he querido dar una dimensión contemporánea a estas imágenes, que no pertenecen solo al pasado. En el caso de Palestina, hablamos de un pasado que sigue presente. Tachar las inscripciones del ejército israelí, transformar el agua en un mar de sangre o pintar de rojo los disparos son elecciones artísticas que apuntan a lo que está ocurriendo ahora. Con el tiempo, me di cuenta de que la manipulación transforma esas imágenes en algo muy emocional que, de alguna manera, me permite llegar directamente al espectador.
¿Quién rodó esas imágenes de archivo? También hay una escena sacada de una película israelí con diálogos que reflexionan sobre las relaciones sentimentales…
K.A.: En esa escena en concreto, la pareja habla de su relación de una forma muy extraña e inconscientemente representa lo que Israel ha hecho a este país. Me recuerda a la expresión israelí “disparar y llorar”: disparan a los palestinos y luego lloran por ello: “¿Por qué me has obligado a hacerlo?”. Como si fuera culpa de los palestinos. La inteligencia colonial de Israel siempre los presenta como víctimas, incluso cuando roban a los palestinos. El Centro de Investigación Palestina se creó para documentar la historia de los palestinos; contenía libros, fotografías y películas. Entre ellas, había filmaciones rodadas por los británicos en su periodo colonial, que coincide con el inicio de la opresión, y que probablemente fueron realizadas por el propio ejército británico, documentando sus crímenes, lo que demuestra la obsesión de los gobiernos fascistas por documentarlo todo. Otras películas del archivo fueron realizadas por palestinos, con fines propagandísticos, o filmando campos de refugiados para denunciar sus condiciones. Algunas películas procedían de la UNRWA (Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo), que abandonó el Líbano en 1982, cuando empezó la guerra, dejando todos sus archivos al Centro de Investigación Palestina. Todo esto fue robado por el ejército israelí y demuestra cómo, desde el principio, el Estado de Israel ha intentado deslegitimar a la UNRWA, confiscando también su archivo. Este proceso muestra la voluntad final de Israel de destruir Palestina y su sociedad, culminando con el bombardeo de hospitales y escuelas. La idea de A Fidai Film es mostrar cómo el pasado se repite una y otra vez: la quema de personas, las detenciones que llevan produciéndose desde los años veinte. No creo que exista una imagen objetiva; toda imagen es subjetiva y, en cierto modo, esta es una película autobiográfica porque trata del país del que procedo. Trabajo libremente y esta obra intenta poner orden, allanar el camino para expresarme y expresar la relación que tengo con estas imágenes de un modo que se convierta en universal. Esta película no es solo sobre Palestina, sino sobre cualquier lugar que ha sido ocupado y cualquier pueblo oprimido.
Es interesante que menciones la opresión de Palestina como algo universal, porque uno de los principales argumentos utilizados por Israel para hacer moralmente aceptables sus crímenes y su colonialismo es su carácter excepcional, como pueblo, como Estado…
K.A.: Creo que mencionar esta excepcionalidad es caer en la trampa de la propaganda israelí. La película quiere mostrar lo que ocurrió, pero no trata necesariamente de entender el contexto de lo que estamos viendo. Se trata de sentir empatía por la situación de la gente oprimida, y lo he hecho a través del lenguaje cinematográfico y el montaje, que es el núcleo de esta película.
¿Podrías profundizar en otros elementos de tu estilo, como la música y los colores, especialmente el uso del rojo para simbolizar la violencia que caracteriza la historia de Palestina?
K.A.: El rojo fue una elección muy clara desde el principio, para hacer visible esta violencia. Otra de las cosas que surge claramente es la demonización que se hace del otro, del no blanco, del no europeo. El hecho de vilipendiar a los que no son blancos ha sido introyectado por la mayoría de la gente. Cuando vemos a una persona negra, a veces desconfiamos debido al proceso colonial de demonización que se ha producido durante cientos de años, donde los medios de comunicación han servido como uno de los principales vehículos de esta ideología. Cuando mueren palestinos, escribimos números, pero cuando mueren israelíes, escribimos sus nombres, en un proceso continuo de deshumanización. Creo que el sonido es un medio más adecuado para expresar empatía; cuando oímos sufrir a alguien, pensamos menos en el color de su piel. Con este uso particular del sonido, quería crear un enfoque humanista y universal. Trabajando con Attila Faravelli, el reto consistía en encontrar un sonido que fuera al mismo tiempo desconocido y comunicativo, mezclando todos estos elementos para crear un enfoque universal.
(Traducción del inglés)
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