Mareike Engelhardt • Directora de Las hijas del califato
"Me inspiro en varios sistemas totalitarios para hablar sobre nuestra capacidad de convertirnos en monstruos"
por Aurore Engelen
- Entrevistamos a la directora para saber más sobre su primer largometraje, un angustioso thriller sobre el reclutamiento de una joven en el Estado Islámico

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ficha de la película], Mareike Engelhardt aborda el proceso de deshumanización que se produce tras el adoctrinamiento de un ejército de mujeres jóvenes, sometidas a la procreación forzada por el Daesh. En su película, estrenada el 27 de noviembre en Francia de la mano de Memento y hoy en Bélgica gracias a Cinéart, la cineasta sigue a Jessica, que ahora se hace llamar Rabia, y nos lleva al corazón de una mafada, esas casas que acogen a mujeres entre los bastidores de la guerra librada por el Estado Islámico en Raqqa.
Cineuropa: ¿Cuál fue la chispa que dio origen al proyecto?
Mareike Engelhardt: Soy alemana, nieta de un nazi, y me preocupa mucho la cuestión de la ideología. ¿Cómo tomamos el camino equivocado en la vida? ¿Cómo nos convertimos en verdugos? ¿Qué habría hecho yo en aquella época? Quería obligar al espectador a plantearse también esa pregunta.
¿Cuáles son las circunstancias que hacen posible esa deshumanización?
No es la guerra lo que el Estado Islámico vende a los jóvenes. La propaganda apela a emociones mucho más nobles: al deseo de que nuestra vida tenga sentido, de pertenecer a una familia, de ser amados. Hay que pasar por la guerra, pero solo para alcanzar la paz. En nuestras sociedades hay problemas de injusticia social increíbles. Allí, todos son iguales, al servicio de Dios. Estos jóvenes quieren implicarse, luchar por algo. Es inquietante pensar que nuestras sociedades occidentales parecen no ofrecer ya estas perspectivas a los jóvenes. Hay una ausencia de utopía que hace que se sientan tentados por la yihad, hasta el punto de pensar que un país en guerra y bajo un régimen totalitario podría ofrecerles un mundo mejor.
Rabia abandona un lugar donde se siente esclavizada por otro donde también lo estará. El sistema se alimenta de su dolor.
Es algo que destacan las personas que trabajan en centros de desradicalización, y que aparece en la escena en la que Madame explica que hay que encontrar lo que le falta a la persona e intentar dárselo. Las personas que se marchan tienen una carencia, una debilidad y una necesidad muy concreta. A menudo se trata de la ausencia de un progenitor o de un trauma relacionado con la violencia sexual. Como todos los líderes de sectas, Madame es muy buena encontrando esa brecha y aprovechándose de ella.
La película comienza en una gran hermandad, como un campamento de verano, pero muy pronto la violencia se extiende por todo el grupo.
Llegan como amigas, pero muy pronto se convierten en rivales. Se someten a citas rápidas en las que los hombres eligen a su esposa. Se comparan y, por tanto, se oponen. Es un sistema de supervivencia. Las que se quedan en casa y no se casan, como Jessica, deben encontrar su lugar de otra manera que no sea a través de los hombres. De esta forma, Jessica encuentra su sitio junto a la directora, un lugar que le da mucho poder, pero que le cuesta su humanidad.
Estas chicas se marchan para luchar en una guerra, pero en su lugar acaban entre bastidores. Las excluyen y encierran de inmediato. La guerra está fuera de plano.
No quería recrear esas imágenes horribles que todos tenemos en mente. Las niñas reciben propaganda a través de estas pantallas. Al permanecer en la casa, quería centrarme en la psicología de mis personajes. He visto muchas películas sobre el Daesh con hombres gritando “Allah Akbar”, pero nunca el interior de estas casas de mujeres y lo que está en juego en ellas.
¿Cómo se aborda un tema tan delicado? ¿Cómo encontrar la distancia y el punto de vista adecuados?
En primer lugar, observándolo de forma honesta y personal. ¿Qué es lo que hace que yo, Mareike, esté interesada en ello, y qué me da legitimidad para explorarlo? He decidido no contar la historia de una chica que he conocido, sino construir un personaje a partir de varios testimonios que he recogido, y compartir las preguntas que me hago sobre la vida, mi país, mi familia. Lo hice alejándome lo más posible del islam en la puesta en escena: los velos podrían ser católicos, los gestos se parecen a los del nazismo. Me inspiro en varios sistemas totalitarios para hablar sobre nuestra capacidad de convertirnos en monstruos.
(Traducción del francés)
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