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BERLINALE 2025 Competición

Léonor Serraille • Directora de Ari

"No observamos a alguien, estamos con él"

por 

- BERLINALE 2025: La directora francesa habla sobre su nueva película, un magnético y orgánico retrato nacido de un programa de trabajo muy especial con alumnos del Conservatorio de París

Léonor Serraille • Directora de Ari
(© Dario Caruso/Cineuropa)

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, el tercer largometraje de la cineasta francesa Léonor Serraille, ha sido presentado en competición oficial de la 75ª Berlinale.

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, de Léa Fehner. ¿Qué te llevó a embarcarte en este proyecto?
Léonor Serraille:
Todo empezó cuando Grégoire Debailly (Geko Films) contactó conmigo en 2020. En aquel momento, él estaba preparando la película de Léa Fehner. Poco después, le dije que estaba dispuesta, pero tardé un poco en conocer a todos los estudiantes involucrados, que formaban parte de una clase de 30 actores. Al principio estaba un poco desorientada, pero me di cuenta de que quería desafiar mi forma de trabajar. Tenía en mente una película sobre profesores jóvenes, ya que venía de abordar ese tema hacia el final de Mi hermano pequeño, pero luego la idea se fue diluyendo en favor de la soledad, la relación entre un padre y su hijo, y la exploración del mundo actual. Fueron precisamente las conversaciones con estos 30 estudiantes —de los cuales debía seleccionar 15 para el taller— las que me hicieron cambiar un poco el rumbo. Aun así, las dificultades a las que se enfrentan los jóvenes profesores de hoy en día siguen presentes en la película, aunque de manera más sutil de lo que había planeado, puesto que mezclé este planteamiento inicial con los temas que surgieron en estos intercambios.

El retrato de Ari constituye a su vez el espejo de toda una generación.
Este fenómeno se produce de forma involuntaria cuando escribo. Lo que me sorprendió y fascinó de mis encuentros con el alumnado fue que las mujeres tenían más decisión y menos fragilidad que los hombres. No hablaban de la maternidad ni del futuro, sino que pusieron el trabajo en el centro de sus preocupaciones. En cambio, los hombres eran mucho más sensibles, y fueron ellos quienes trataron la cuestión en torno al deseo de ser padres en el futuro. Sin duda, este aspecto se vio reflejado en la construcción del personaje. Mi intención consistía en seguir a alguien y mantenerme abierta a lo que pudiera ocurrir, como en la vida misma. Y es que, aunque estamos solos, también permanecemos conectados con los demás. En cuanto a los temas de la película, cabe recalcar que los estudiantes no constituyen una muestra totalmente representativa de la sociedad francesa, pero su diversidad conformó un mosaico de lo más interesante. Durante los ensayos, utilicé mucho sus improvisaciones, su manera de comprender y hablar sobre la época en la que vivimos. En cierto modo, ellos fueron casi coautores de la película. Quería hablar del mundo, de política, pero esto cambió sobre la marcha, ya que las preocupaciones de Ari y lo que se ve obligado a aprender sobre sí mismo me atraparon. Había que proporcionar material de reflexión sin presentarlo de forma obvia, porque como espectadora, recibo los mensajes demasiado evidentes y la propaganda con bastante reticencia.

¿Qué te llevó a construir un personaje tan delicado, casi poético, en un mundo tan áspero?
Vivimos en tiempos difíciles. ¿Qué nos queda en el día a día para poder sobrellevar todo esto? Básicamente, los demás, los amigos, el amor, la ternura, la sensibilidad, el humor, la bondad y, también, el simple hecho de no hacer nada en contraposición a la acción y limitarnos a escuchar, prestar atención y observar. A través de este personaje, quería explorar cómo hacemos para salir adelante en una época como esta: ¿qué posibilidades tenemos cuando nos sentimos perdidos y algunos de nuestros sueños han quedado dañados? Pensé que podía resultar interesante que Ari fuera un hombre, porque en el cine echo en falta personajes masculinos que duden, que no sean figuras inquebrantables. En cuanto a la poesía, no solo existe la poesía escrita, sino también la que emana de las personas, la materia poética que llevan dentro y que transmiten.

¿Qué nos puedes decir de la forma del largometraje, con un enfoque de cámara tan cercano que parece táctil?
Para mí, un retrato cinematográfico es apasionante cuando el papel y el actor se funden en uno solo. No es algo que pueda controlar al 100%, pero lo comparo con el arte de la pintura, en el que te dejas guiar por el personaje y su sensibilidad, y eso es algo que la película también debe reflejar. Fue a través del trabajo con Andranic Manet que se construyó poco a poco la sensibilidad del personaje. Luego, junto con el equipo técnico, buscamos conectar con lo que ocurría en su mente; y es que no se trata de observar a alguien, sino de estar con él, de mirar el mundo a través de sus ojos. Optamos por un enfoque más naturalista, sin maquillaje, vestuario ni peluquería, lo cual dotó a la película de un aire más crudo. Este estado, que se caracteriza por una mayor pureza, nos permite maravillarnos con una simple mirada y volver a lo esencial, lo cual ayuda a acercar a las personas, a observar con lupa muchas cosas y a regresar a la vida cargados de toda esa experiencia.

(Traducción del francés)

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