Maja-Ajmia Yde Zellama • Directora de Têtes Brûlées
"Me interesaba mostrar cómo los niños de 12 años pueden ser mucho más responsables que los adultos"
por Aurore Engelen
- BERLINALE 2025: La joven cineasta habla de su primer largometraje, el retrato de una joven que atraviesa el duelo por su hermano mayor

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crítica
entrevista: Maja-Ajmia Yde Zellama
ficha de la película] gira en torno a una niña de 12 años llamada Eya, que se ve obligada a afrontar el duelo por la muerte de su hermano mayor, con el que tenía un vínculo muy estrecho antes de su trágico fallecimiento. Este largometraje de la joven directora bruselense Maja-Ajmia Yde Zellama ha recibido una mención especial del jurado internacional en la sección Generation 14plus de la 75.ª Berlinale, donde se ha estrenado a nivel mundial.
Cineuropa: ¿Cómo surgió este proyecto?
Maja-Ajmia Yde Zellama: Había hecho un cortometraje de producción propia sobre el mismo tema y, después de verlo, el cineasta y productor Nabil Ben Yadir me propuso convertirlo en un largometraje. Parecía algo obvio cuando lo dijo, pero nunca se me había ocurrido hacerlo antes. Es una historia similar a la mía y a la de mi familia, así que sentía cierta necesidad de contarla. Ficcionalicé gran parte de ella para encontrar la distancia adecuada. Fue un proceso de deconstrucción que derivó en la posterior reconstrucción de la historia.
Eya tiene 12 años, una edad muy particular.
Sí, se encuentra entre la infancia y la adolescencia. Tenía la intención de mostrar cómo, a esa edad, se puede ser mucho más responsable que un adulto y, a la vez, seguir siendo una niña. Sus vías de escape son el baile, la risa con los amigos de su hermano… Desde el principio, imaginé a Eya como una niña fuerte, la niña que me hubiera gustado ser.
El duelo, por lo general, es un proceso propio de los adultos. Eya expresa sus emociones más a través del cuerpo que de las palabras.
A su edad, encontrar las palabras adecuadas es complicado. En general, creo que el lenguaje corporal es fundamental; si pudiera eliminar aún más diálogos, lo haría. Eya reacciona de manera natural, sin cuestionarse demasiado. Si quiere hacer el pino, bailar o subir el volumen de la música al máximo, lo hace sin pensárselo dos veces. Hay algo casi instintivo en su forma de reaccionar.
También es una niña que tiene una gran complicidad con su hermano y sus amigos, lo cual ofrece una visión alternativa de la masculinidad, especialmente en el caso de estos jóvenes de origen magrebí.
Me gustan mucho los retratos de grupo. No quería que fuera solo la historia de un hermano y una hermana; era indispensable que también estuvieran los amigos del hermano. Son chicos y hombres que aceptan su vulnerabilidad, una imagen distinta de la que suele esperarse. Hay una reacción al largometraje que me conmovió especialmente, y fue la de un joven que conocí durante mi trayectoria asociativa. Cuando le preguntaron qué diría para recomendar la película a sus amigos, respondió: “Deshaceros de vuestra coraza y venid a ver esta película. Nos hacemos los duros, pero ante la muerte, somos todos iguales, y nunca está de más llorar un poco."
La película sigue de cerca a Eya, y prueba de ello es el hecho de que aparece en casi todos los planos. ¿Cómo trabajaste con tu director de fotografía?
Conocía el trabajo de Grimm Vandekerckhove de las películas de Bas Devos, a quien admiro, entre otras cosas, por su uso de planos fijos. Pero yo tenía claro que quería una cámara en movimiento que no se despegara de Eya en ningún momento. Hablamos mucho sobre las emociones que quería transmitir.
Optaste por la ficción para contar una historia de las que suelen aparecer en los periódicos. ¿Crees que este formato contribuye a sacar este tipo de historias de los titulares de noticias de actualidad y a darles vida?
Sin duda, un documental habría individualizado la historia, mientras que la ficción permite universalizarla. Y es cierto que, cuando presentamos la película en Berlín, muchas personas de distintas partes del mundo me comentaron lo mucho que les había reconfortado sentirse representadas de una manera distinta a la que estaban acostumbradas. Cuando era pequeña, el tema de la representación me impactó mucho, sobre todo en lo que respecta a la lectura; sentía que no me veía reflejada en ninguna parte. Es un tema que me toca profundamente. Y, siendo sincera, me habría gustado mucho más que mi película formara parte de una larga tradición de largometrajes que cuentan historias con personajes que se parecen a los de mi película. Nunca quise ser la primera.
(Traducción del inglés)
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