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MÁLAGA 2025

Ana Asensio • Directora de La niña de la cabra

“La infancia está llena de misterios, y los niños, con su curiosidad innata, suelen intentar descifrarlos enfrentándose a sus propios miedos”

por 

- La cineasta madrileña nos habla de las búsquedas y del proceso creativo de su segunda película, después de la premiada Most Beautiful Island

Ana Asensio • Directora de La niña de la cabra
(© Alex Zea/Festival de Málaga)

La cineasta madrileña Ana Asensio nos habla de las búsquedas y del proceso creativo de su segunda película, La niña de la cabra [+lee también:
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, presentada fuera de competición en el 28.° Festival de Málaga.

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, era una película muy oscura. Esta segunda, aun siendo luminosa, habla de cómo se ve la oscuridad y lo misterioso de la vida desde la inocencia de la infancia.
Ana Asensio:
La infancia está llena de misterios, y los niños, con su curiosidad innata, suelen intentar descifrarlos enfrentándose a sus propios miedos. La película se presenta como una ventana a ese mundo visto a través de los ojos de una niña de ocho años, llena de preguntas y una insaciable necesidad de encontrar respuestas.

Esa primera película estaba basada en una historia autobiográfica. La niña de la cabra trasmite cierta nostalgia hacia la propia niñez.
Most Beautiful Island se inspira en algunas de mis experiencias personales en Nueva York, así como en relatos de otras mujeres que conozco. En cambio, esta película se origina en recuerdos fragmentados de mi infancia, recuerdos que, aunque vagos e imprecisos, dan forma a una historia ficticia sobre algo que podría haber ocurrido. No se centra en detalles específicos de mi familia ni de mi niñez, pero sí refleja la esencia de una infancia vivida con una mirada crítica, tal como yo la experimenté.

También es el retrato de la infancia de una generación.
La España de finales de los 80 reflejaba la transformación de un país que anhelaba expresarse, salir a las calles y manifestarse públicamente de manera libre. No fue solo una transición política, sino también una revolución social y artística. Este contexto está presente en el subtexto de la película, que se entrelaza con la necesidad de los personajes femeninos de una familia —la abuela, la madre y la niña— quienes, de diferentes formas, intentan romper con lo establecido en sus vidas hasta ese momento.

Una generación en la que la religión tenía un peso muy importante.
En aquella época, la religión católica estaba presente incluso en los colegios laicos públicos, como el que yo asistí de pequeña. Recuerdo a los dos niños de mi clase de tercero de EGB, que, durante la clase de religión, eran llevados a otra aula para recibir ética. Yo los observaba con curiosidad y extrañeza, sin entender del todo por qué no participaban en la misma actividad que el resto de la clase.

La película también cuenta cómo se vive la amistad en esa edad en la que aún se está libre de prejuicios. Y, con ello, del choque entre el mundo infantil y el adulto.
Esa etapa de 'pureza' y 'neutralidad' dura muy poco, lamentablemente. Los adultos, tanto en el pasado como en la actualidad, impregnamos a los niños con nuestros juicios personales, tratándolos como si fueran absolutos. A veces lo hacemos conscientemente, pero la mayoría de las veces, sin darnos cuenta. La capacidad de resistirse a aceptar lo que dicen los adultos, de cuestionarlo, es algo que se pierde a medida que avanza la infancia. Al final de esta, los niños terminan conformando sus propios juicios o aceptando, por completo, aquellos que predominan en su entorno más cercano.

A través de la voz en off, la película adquiere cierto tono de cuento. ¿Por qué te interesaba narrar desde ahí?
Siempre sentí que el guion tenía un cierto tono de cuento moral. Al navegar entre lo real y lo imaginario, como sucede en la infancia, se abre la posibilidad de experimentar con un género menos definido y con códigos más abiertos. Esto era algo que me interesaba profundamente a nivel visual y en el tono de la película. Fue durante el proceso de montaje cuando finalmente encontramos el tono que estaba buscando.

Las dos niñas protagonistas son debutantes. ¿Cómo fue el proceso de cásting?
El equipo de casting hizo un trabajo increíble buscando por toda Madrid y sus alrededores. La idea era encontrar niñas sin experiencia previa, por lo que comenzaron a colocar anuncios por las calles. La búsqueda de la protagonista fue especialmente intensa, ya que ella lleva todo el peso de la película y había cierta preocupación por poner esa responsabilidad en una niña tan pequeña. Cuando vi a Alessandra González, fue un flechazo instantáneo. Pero ella tenía solo siete añitos. Estábamos buscando niñas de hasta diez años para interpretar a una de ocho, pero pronto nos dimos cuenta de lo crucial que es esa etapa de cambio. La inocencia y pureza de Alessandra no las tenían las niñas de nueve y diez años. Además, Alessandra tiene una capacidad increíble para transmitir emociones con solo su mirada, sin necesidad de palabras. Tiene una inteligencia emocional sorprendente. En el caso de Juncal Fernández, fue otro flechazo. La verdad es que no aparecieron muchas niñas para este papel, pero ninguno de nosotros dudó de que ella era nuestra Serezade, con su frescura y espontaneidad.

Al final, la película habla de cómo se ven las creencias, los ritos y las convenciones desde los ojos de una niña. ¿Tenías claro que esa mirada sería el punto central de la película?
Este siempre fue el origen, incluso cuando aún no tenía la historia completamente definida. Lo que más me interesaba era capturar esa mirada, y la historia está al servicio de esa premisa.

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