Natxo Leuza • Director de Black Water
"Hay mucha reciprocidad entre la ficción y el documental"
por Savina Petkova
- El cineasta español habla de su documental, que lanza un importante mensaje a través de la historia de una familia bengalí con dificultades

El experimentado cineasta español Natxo Leuza pone el foco en Bangladés, uno de los lugares más vulnerables del mundo, donde el cambio climático está haciendo imposible la vida de la gente. Black Water [+lee también:
entrevista: Natxo Leuza
ficha de la película] nos presenta a Lokhi, justo antes de que tenga que trasladarse a Daca para encontrar trabajo y cuidar de su familia. La película se ha proyectado en la sección Human:Rights Award del CPH:DOX.
Cineuropa: ¿Cómo conociste a Lokhi y a su familia?
Natxo Leuza: Para acceder a nuestros protagonistas, contamos con el apoyo de una de las instituciones más importantes de Bangladesh: el BRAC. Es la mayor organización no gubernamental de cooperación para el desarrollo del mundo, y yo había visto a Lokhi en uno de sus vídeos. Es una mujer muy fuerte e inteligente, que compagina diferentes trabajos para mantener a su familia. Estaba claro que en su casa mandaba ella. De repente, a diferencia de muchos de sus vecinos, entendió exactamente qué era el cambio climático y cómo le estaba afectando.
En los créditos apareces como director y guionista, ¿cómo era el guion del documental?
Escribí el guion después del primer viaje que hicimos para encontrar protagonistas y localizaciones. Llevamos a cabo muchas entrevistas que sirvieron de base para el guion. Durante el proceso revisamos constantemente nuestras ideas y buscamos un nuevo ángulo desde el que abordar la realidad con la que trabajábamos. El guion nos sirvió de guía, pero siempre estuvimos muy atentos a que los personajes nos mostraran su realidad. Creo que es precisamente ahí, en esa tensión, donde acaba plasmándose el punto de vista de un cineasta: en la forma de resolver esa tensión entre el deseo de hacer la película y la realidad que nos encontramos cuando estamos rodando. Mantuvimos un guion muy abierto hasta que llegamos a la sala de montaje, donde terminamos de dar forma a la película.
¿Cómo influyó el compromiso con el activismo en el montaje de la película?
En el montaje desaparecieron discursos y conversaciones que daban mucha más información sobre el problema, pero pensamos que era más interesante ver cómo el cambio climático afectaba a nuestros protagonistas, a través de las fuertes tormentas, las inundaciones y la erosión de la tierra. No queríamos que los espectadores recibieran ningún tipo de lección, sino que fueran capaces de empatizar con millones de personas que lo han perdido todo.
¿Puedes contarnos algo más sobre la mezcla de imágenes crudas y realistas con las escenas más “poéticas”?
Personalmente, siempre me ha gustado trabajar en esa frontera entre la realidad y la fantasía del cineasta. Creo que hay mucho intercambio, mucha reciprocidad entre la ficción y el documental. La ficción se esfuerza mucho por intentar que lo que retrata parezca real. [Esas películas] siempre intentan generar en nosotros la ilusión de que lo que vemos es verdad. Al mismo tiempo, los documentales son cada vez más sofisticados y quieren parecerse más a la ficción, para distinguirse de lo que puede considerarse un reportaje televisivo. En mis películas, intento jugar con todas las herramientas posibles para contar una historia, y por eso siempre hay secuencias mucho más poéticas mezcladas con otras más reales. La zona fronteriza es muy rica, y es ahí donde me interesa trabajar ahora mismo.
¿Cómo fue el trabajo con la cámara, sobre todo en espacios abarrotados y teniendo en cuenta la lluvia y las inundaciones?
Los mayores retos fueron las inundaciones y las imprevisibles condiciones meteorológicas. En las zonas rurales, donde vivían Lokhi y su familia, uno de los principales problemas eran las mareas. Había ciertas horas del día en las que la casa estaba totalmente inundada y otras en las que todo era un cenagal. En Daca, las tormentas torrenciales llegaban y descargaban mucha agua en muy poco tiempo. Las calles estaban inundadas, y moverse bajo ese torrente de agua fue complicado, sobre todo para el director de fotografía, Jokin Pascual, que tuvo que proteger la cámara de mil maneras para grabar las tormentas, ya que eran imprescindibles para nuestra historia. También llevábamos siempre filtros de objetivo preparados para que el agua no estropeara las tomas.
(Traducción del inglés)
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