Gerard Oms • Director de Muy lejos (Molt lluny)
“Hay tantos tipos de masculinidades como hombres”
por Alfonso Rivera
- El preparador de actores expone las claves de su primer largometraje como director, donde se ha rodeado de queridos amigos como Mario Casas o Neus Ballús

Muy lejos (Molt lluny) [+lee también:
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ficha de la película] fue una de las más gratas sorpresas del último Festival de Málaga, donde se alzó con dos premios: a la mejor interpretación masculina para Mario Casas y el del jurado de la crítica. Ahora la primera película de Gerard Oms, coach actoral y cortometrajista antes que director de largometrajes, aterriza en las salas españolas este viernes, 11 de abril, distribuida por Bteam Pictures.
Cineuropa: Te has rodeado de amigos como Neus Ballús (directora de películas como La plaga [+lee también:
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ficha de la película]) en el montaje y Mario Casas en el reparto.
Gerard Oms: Neus es desde hace tiempo amiga íntima, maestra, confidente y compañera: ocupa muchos lugares de mi vida. Y Mario también.
El estar tan bien acompañado, ¿te ha facilitado levantar el proyecto o ha sido tan complicado como cualquier otro?
Ha costado cinco años lograr la financiación y tirar adelante, pero he querido rodar en familia. Al dedicarme tanto tiempo al mundo del cine como técnico, he podido conocer a mucha gente del oficio y ver cómo trabaja, así que escogí el equipo pensando en los mejores para narrar la historia desde el lugar que yo quería contarla. Además, tenía que ser pequeño, para poder filmar en 22 jornadas: un equipo reducido que nos permitiera ser ágiles, y eso pasa por hacerlo con poca gente y buena comunicación.
En Muy lejos ocupa un lugar importante el fútbol.
Es un campo donde impera la heteronormatividad y una masculinidad tóxica. Mi personaje central no reniega del fútbol, independientemente de la orientación sexual de cada uno: igual que el personaje marroquí del film, que no juzga a nadie por su sexualidad. Es importante generar referentes nuevos y el mundo cambia a partir de éstos, pues educan, sin ellos estamos condenados a no avanzar.
Pero parece que las etiquetas rígidas convienen al orden social…
Es muy hermético todo, al mundo le cuesta moverse. Claro que hay gente que avanza y hace militancia, pero la mayoría de la sociedad va lenta evolucionando y cambiando esas etiquetas.
Afortunadamente hoy parece que se acepta mejor la diversidad.
Yo no me doy besos por la calle con mi chico en Barcelona porque aún hay miedo latente. Creo que mi película es un “late coming-of-age”, sobre alguien que está viviendo a los 35 años aquello que no se permitió vivir cuando era adolescente. Con Mario Casas trabajamos mucho ese adolescente para construir el personaje, alguien que sufrió un bloqueo, pero ahora, con las primeras miradas robadas, empieza a observar como si tuviera 16 años. Mario me daba las dos caras del personaje: un tipo carismático y líder, y también podía surfear sobre la amalgama de lugares por donde pasa el rol, como la sensibilidad, la ternura, la accesibilidad… el quiebro constante donde se encuentra ese personaje. Yo sabía que Mario podía llegar ahí, cosa que no le habían permitido antes en su carrera, pues siempre le han llegado personajes de héroes, más duros de composición. Pero me gustaba que pudiera enseñar al mundo que también posee ese abanico de posibilidades que pertenecen más a la construcción desde la desnudez y no tanto a la composición. Y ahí está el resultado: tenemos un Mario Casas que no habíamos visto hasta ahora, la gente lo está descubriendo y eso me hace feliz.
Abordas también el tema de la inmigración.
La experiencia del emigrante atraviesa el film, que va sobre privilegio e identidad, dos conceptos que dialogan entre ellos. Cuando el protagonista pierde sus privilegios, puede enfrentarse a una nueva identidad, y cuando se le cuestiona esa identidad, se da cuenta de que no tiene privilegios por el hecho de ser una persona blanca y europea. Porque ahí entran en juego las posibilidades de ser emigrante de primera o segunda, dependiendo de qué país procedas… hay tantos inmigrantes como personas que emigran y tantas masculinidades como hombres. Quería hacer un retrato de esas posibilidades, sin quedarme en los arquetipos, sino explorar los lugares y sin polarizar.
La película rezuma verdad.
Mis primeras experiencias cinematográficas fueron de la mano de Neus Ballús: vi cómo localizaba o hacía castings sin invadir, sino que se ponía en un lugar de escucha para hacer un retrato fidedigno de la historia. Yo hice lo mismo mientras escribía, me fui a Utrecht y me acercaba a las personas. También Luis García Berlanga y Rafael Azcona escuchaban a la gente. Como no he ido a una escuela de cine, he aprendido a observar el mundo y escucharlo, sin imponer nada. Y eso está en Muy lejos.
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