Belén Funes • Directora de Los Tortuga
“Los vínculos de intimidad se resienten si no podemos hablar del dolor”
por Alfonso Rivera
- La directora nos habla de su galardonado segundo largometraje, donde vuelca parte de su experiencia familiar al tiempo que habla de duelo, desarraigo y precariedad económica

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ficha de la película] es la segunda película de Belén Funes tras La hija de un ladrón [+lee también:
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ficha de la película] (2019), con la que obtuvo el premio Goya a la mejor dirección novel. Presentada en la sección Centrepiece del último Festival de Toronto, se ha proyectado también en Tesalónica, Les Arcs y Málaga, donde se alzó con varios trofeos (leer más). Por fin llega a la cartelera española este 23 de mayo, distribuida por A Contracorriente Films.
Cineuropa: Los Tortuga comienza con gente trabajando en el campo andaluz. ¿La familia que varea unida se mantiene unida? ¿Es el aceite un gran unificador?
Belén Funes: El aceite es un gran sanador. Sirve para curar heridas, aliviar quemaduras, aligerar resacas, nutrir la piel y curar golpes. Sirve para todo, por lo menos mi abuela eso decía. La familia que varea unida pasa muchos días compartiendo tiempo y trabajo. Algunas se unen y otras… se separan para siempre [risas].
¿Resulta inevitable que con la muerte de un miembro-vínculo familiar, algunos de los integrantes de una familia se acaben alejando?
Las muertes son un trauma, a nivel familiar, siempre. Sobre todo las muertes sobrevenidas, de la nada, las que no se esperan como en el caso de la película. Yo siento que recolocan a las familias, cuestionan los roles que hemos sostenido años y durante un periodo de tiempo, como estamos tristes, somos más frágiles. Y es fuerte, pero hemos sido educados para no compartir la tristeza. Así que es muy fácil que los vínculos de intimidad se resientan si no podemos hablar del dolor, de lo que nos come por dentro. Por lo menos yo lo he vivido así: la muerte siempre ha sido algo de lo que no hablar, era mejor que formara parte de la vida interior de uno y no del diálogo familiar.
El duelo y sus diferentes maneras de afrontarlo, un gran tema. ¿Cómo te has enfrentado a él para volcarlo con verdad en la película?
Siempre se ha dicho que el duelo y la muerte son conceptos universales y son iguales para todos. La película intenta ir un poco en contra de esa afirmación y preguntarse cómo se relaciona el duelo con la clase, que esa sí que es una de mis obsesiones: observar cómo la clase conecta con todo, atraviesa absolutamente todo. Los Tortuga habla del duelo y de las distintas formas con las que nos enfrentamos a él. Pero también cuestiona la tristeza. Hemos querido señalar lo injusto que es no poder experimentarla, lo injusto de que sea un privilegio.
¿Todos los que dejamos el campo para abrazar la ciudad somos, de alguna manera, también los Tortuga?
A mí me gusta pensar que, en mayor o menor grado, con nuestras propias circunstancias detrás que nos acompañan y no nos sueltan, sí. Los Tortuga son muchos y muchas. Y posiblemente, seguirán existiendo, por los años de los años.
¿Qué guarda un Tortuga en su maleta, además de su vida? ¿Lleva algo de ese pasado y de esos lugares que deja atrás?
Creo que lleva mucho del futuro, de lo que espera que la vida le traiga, de lo que espera que el mundo tenga guardado para él o para ella. Siento que llevan mucha ilusión, muchas ganas de descubrir ese nuevo mundo al que se dirigen. Ese, posiblemente, ha sido el problema de una gran parte de la población migrante: que las expectativas no siempre se han reflejado en la realidad, que parece que El Dorado no se pueda tocar nunca.
¿Cuánto de Belén Funes hay en el personaje de Ana, la hija, estudiante de comunicación audiovisual?
Hay mucho de mí. Yo crecí y me crie entre Barcelona y Jaén como ella. Tengo también en Andalucía una familia grande, numerosa y un poco tumultuosa. En Ana hay mucho de mí, de mi vida entre dos territorios tan opuestos como son Andalucía y Cataluña y de esa falta de arraigo, que siento también propia. Y no lo digo en términos negativos, sino hablando de esa ligereza que te da el hecho de sentirte de muchos lugares, el saber que hay gente que te quiere y te espera en sitios distintos.
Si por un desahucio te quedas sin casa, ¿te conviertes en un Tortuga dentro de tu propia ciudad?
Los Tortuga traen consigo el concepto de exilio incorporado. Seguramente, tal y como está la vida en las ciudades y lo mucho que cuesta sostenerla aquí, muchos acabaremos yéndonos a lugares que sean más cariñosos con los ciudadanos. Entonces, seremos también Tortuga, claro.
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