Luc y Jean-Pierre Dardenne • Directores de Jeunes mères
"Los bebés añadieron un toque de documental al rodaje, con permanentes imprevistos"
por Aurore Engelen
- CANNES 2025: Los directores belgas hablan sobre su nueva película, en la que cambian su modelo narrativo para atraverse con una historia coral

Después de nada más y nada menos que ocho premios, entre los que se incluyen dos Palmas de Oro en veinte años, y nueve participaciones en la competición oficial del Festival de Cannes, Luc y Jean-Pierre Dardenne están de vuelta con Jeunes mères [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Luc y Jean-Pierre Dardenne
ficha de la película].
Cineuropa: ¿Cuál es el origen de este nuevo proyecto?
Jean-Pierre Dardenne: Todo partió de un primer esbozo de guion en torno a una chica de 16 años que vive en una casa de maternidad y no siente nada por su bebé. Pensamos que sería buena idea averiguar más sobre estas casas de maternidad, así que fuimos a visitar una para documentarnos. Nos llamó la atención el ambiente, la vida y la fragilidad de la vida en aquel lugar. Aquel sitio desprendía alegría y luz. Un día, al volver a casa, nos dijimos: “Ya que lo que queremos es cambiar nuestra forma de escribir y contar historias, ¿por qué no ponemos el foco en lo ocurre en estas casas de maternidad?”. Esta decisión afectaba inevitablemente a varios personajes iniciales y constituía un gran cambio de paradigma para nosotros. Así es cómo empezó todo, más por intuición que por una historia concreta.
Partís de un lugar y pensáis en todas las personas que hay en él, en sus encarnaciones. ¿Qué ha cambiado para vosotros esta multiplicidad?
Luc Dardenne: Muchas cosas. ¿Cómo íbamos a organizar estas múltiples encarnaciones? Y con cada personaje, ¿cómo íbamos a definir los momentos —más escasos, por supuesto— que nos permitirían compartir una historia compleja, al tiempo que hacíamos grandes elipsis dentro de ella? Al principio, la película iba a llamarse La Maison Maternelle (La casa de la maternidad). Pensábamos que todo sucedería en su interior. A medida que trabajábamos en ella, nos decíamos: “Cuidado con atascarse, con hacer algo demasiado construido”, así que decidimos dejarnos llevar por las historias individuales. Tuvimos mucho cuidado de no caer en una especie de catálogo con todas las facetas de la maternidad precoz. También queríamos ofrecer a cada una, al final de su recorrido, una luz. Frágil, pero una luz al fin y al cabo. Fue cuando empezamos a entrelazar las historias cuando se inició el proceso de podar y construir. La gran pregunta al escribir, rodar y montar es cómo encontrar a un personaje después de abandonarlo durante varias escenas. ¡Eran preguntas que nunca nos habíamos planteado antes!
¿Era importante, casi militante, ofrecer un poco de luz a estas jóvenes, que luchan contra el condicionamiento social?
J.-P. D.: No diría que es militante, pero sí es cierto que los tiros van por ahí. La ficción nos ofrece esa posibilidad, en contraste con la realidad, y la verdad es que es una opción que nos pareció que valía la pena explorar, ya que se trata de mostrar esperanza, por muy frágil que sea, aunque sepamos que la realidad no siempre es así.
¿Cómo concebisteis a los diferentes personajes, sus conflictos y lo que los une?
L. D.: Sabemos que la mayoría de estas chicas viven una continuidad generacional, un destino que se repite una y otra vez. Y luego está la precariedad, la pobreza. También las une la relación con sus madres. No queríamos repetirnos demasiado, aunque sus situaciones se respondan unas a otras. Sobre todo, no queríamos hacer un muestrario de todas las situaciones posibles.
J.-P. D.: Nuestra obsesión era cómo la vida y la esperanza se imponen a pesar de todo. Al final, la película estaba marcada por los 60 años de historia de la casa de maternidad donde rodamos. Había fotos por todas partes que nos lo recordaban. Queríamos, ante todo, que nuestra película fuese un objeto vivo.
Lo que da vida a la película son, precisamente, los bebés y su inevitable espontaneidad. ¿Cómo ha cambiado eso vuestra forma de trabajar?
L. D.: Hicimos muchos ensayos, como siempre, sobre todo porque teníamos cinco actrices. La gran diferencia para nosotros fueron los bebés. Ensayamos con muñecos, pero cuando llegaron los bebés, todo cambió. Fue la irrupción de la vida en el plano. La prioridad era sujetarlos bien, pero también jugar con ellos, aunque eso significase cambiar o mover las réplicas. Había que inventar. Los bebés eran un elemento documental en el plano, un imprevisto constante. Hubo casualidades felices, momentos de gracia. Para nosotros, eso cambió dos cosas muy importantes. Primero, perdimos el gusto por la perfección. Antes, repetíamos una toma solo para mover un poco la cámara o ajustar un desplazamiento al milímetro. Pero si una toma salía bien con un bebé, ya estábamos contentos. La segunda cosa es que disfrutamos rodando más deprisa. Había una buena energía en el rodaje. Es curioso, porque era más bien el equipo el que nos pedía ir más despacio, mientras que nosotros estábamos encantados de ir más rápido.
(Traducción del francés)
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