Hlynur Pálmason • Director de The Love That Remains
"Hay mucha belleza, y de verdad que hay que cuidarla; es muy fácil dar las cosas por sentado"
por Jan Lumholdt
- CANNES 2025: El director islandés habla sobre su proceso creativo, uno que, en cierto sentido, es muy extraño

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entrevista: Hlynur Pálmason
ficha de la película], que constituye el cuarto largometraje de Hlynur Pálmason y su tercera participación en la Croisette, gira en torno a una familia islandesa en pleno proceso de separación. Durante la presentación de la película en la sección Cannes Première del 78.º Festival de Cannes, Pálmason ha compartido algunas reflexiones sobre el proceso creativo detrás de la obra, en ocasiones muy cercano al arte visual de uno de sus personajes principales.
Cineuropa: Anna, la madre en la película, es artista visual. ¿Ves alguna similitud o diferencia entre su proceso creativo y el tuyo?
Hlynur Pálmason: La gran diferencia es que hacer cine es como un tren en marcha que no se puede parar porque hay mucha gente a bordo. En cambio, el artista visual trabaja solo en el estudio. Pero lo que he intentado hacer en los últimos años es combinar ambas cosas, vivir una vida cinematográfica menos convencional, en la que escribes y desarrollas una película durante varios años, luego la financias, y después la ruedas en un período muy corto. En lugar de eso, intento tener varios proyectos en marcha a la vez y rodarlos intermitentemente. Luego, cuando siento que algo está listo, lo financio y llevo a cabo el rodaje principal en poco tiempo. Eso es, de hecho, lo que he estado haciendo estos últimos años, también con The Love That Remains. La escena inicial, con la demolición del edificio y la retirada del techo, la rodé en 2017. Todo en lo que estoy trabajando ahora está como moviéndose y chocando entre sí. Es muy extraño, en cierto modo.
¿Por qué decidiste que Anna fuera artista visual?
Pasó mucho tiempo hasta que decidí a qué se dedicaría. Empecé con la necesidad de explorar una familia. Pensé en una mujer, un hombre, unos niños, un perro, algunas gallinas y un coche, y luego en sus rutinas, rituales y hábitos, y decidí a quién conocían y dónde vivían. Todo fue surgiendo a partir de ese proceso, de forma nada premeditada y muy orgánica. Una cosa que bien podría haberlo desencadenado fue esa imagen del techo levantándose. En realidad, se trataba de imágenes de mi antiguo estudio siendo derribado. Tal vez algo en mi subconsciente estaba trabajando en ello.
¿Grabaste la demolición con la intención de usarla artísticamente en un futuro?
No. La grabé por impulso, por miedo o pánico, como un acto político, porque quería evitar que el ayuntamiento la derribara. Cuando luego vi el material, las imágenes me impactaron como un hermoso comienzo para una película. A menudo necesito cosas misteriosas como esa que despierten en mí el deseo de explorar qué tipo de película podría surgir. Y automáticamente apareció una conexión con este retrato que quería hacer de una familia que se desintegra progresivamente. Otro hilo narrativo que rodé por separado fue la historia de los niños construyendo la figura, que grabé dos años antes del rodaje. Lo grabé en mitad del proceso de escritura del guion, que a su vez se vio muy influido por ese metraje. De hecho, ahí está la escena clave, en mi opinión. Cuando la figura del caballero —a la que llamo Juana de Arco— despierta, de pronto tuve los capítulos finales.
Los primeros capítulos están enraizados en una tradición realista, no muy distinta a la del cine de Mike Leigh. Pero a medida que avanza, la película introduce elementos fantásticos que la llevan en una dirección muy distinta.
Totalmente cierto. Al añadir esos contrastes, puedo crear un equilibrio completamente nuevo. Pero me identifico totalmente con la referencia a Mike Leigh. Puede ser crudo e impulsivo, pero al mismo tiempo está todo tan cuidadosamente construido. Y aun así, se siente tan espontáneo, loco y entrañable…
¿Hasta qué punto es autobiográfica la película? Sobre todo teniendo en cuenta que tus propios hijos interpretan a los niños de la familia…
Y mi perro interpreta a su perro. Y su coche es el mío. En realidad, no hay mucho de autobiográfico en la historia. Yo no estoy separado, por ejemplo. Pero es algo que ocurre mucho a mi alrededor, es algo omnipresente, así que el concepto de separación se coló poco a poco en la película. Hay algo muy interesante en el hecho de que uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Y creo que eso conecta mucho con lo que quería que fuera la película. Hay una familia, hay mucha belleza, y hay que cuidarla mucho. Es muy fácil dar las cosas por sentadas.
(Traducción del inglés)
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