Joachim Trier • Director de Sentimental Value
"Tengo 50 años y dos niños, y el mundo está fatal: creo que necesitamos algo de ternura"
por Jan Lumholdt
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Joachim Trier se ha llevado el Gran Premio del 78.º Festival de Cannes (ver la noticia) gracias a Sentimental Value [+lee también:
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ficha de la película], su sexto largometraje de ficción. Nos hemos sentado a hablar con el director noruego de vuelta en Oslo tras su agitada experiencia festivalera, en la que también ha hecho una audaz declaración sobre “el nuevo punk” de nuestra época, que sin duda ha despertado un gran interés.
Cineuropa: Hay quien dice que Sentimental Value es una película especialmente personal para ti. ¿Estás de acuerdo?
Joachim Trier: Eskil Vogt y yo siempre escribimos “desde nosotros mismos”, y estos temas complejos relacionados con la familia son cosas con las que la mayoría podemos identificarnos. Más que ser personal —de hecho, empezamos con dos hermanas—, el objetivo no es otro que establecer un tono que resulte veraz en un escenario que me es familiar. Esta familia en concreto no atraviesa un buen momento al principio, con conflictos sin resolver entre un padre egocéntrico y ausente y una hija llena de resentimiento. Sin embargo, los protagonistas avanzan a medida que la película progresa. Cuando nos despedimos de ellos al final, todavía hay algún que otro aspecto que limar, pero también hay una oportunidad. Creo en esa oportunidad —o al menos quiero creer en ella— como un elemento bastante auténtico que los espectadores pueden llevarse consigo.
La hija mayor se llama Nora. ¿Podría ser esto una interpretación de Trier y Vogt de la tradición escandinava de Ingmar Bergman, Ibsen y Strindberg, y quizás también Woody Allen, cuando dirige su mirada hacia el norte?
Hay una escena en la que Renate Reinsve y Elle Fanning están sentadas en el teatro, vestidas de blanco, rodeadas de cortinas rojas. De repente, pensamos: “Dios, esto parece sacado directamente de Gritos y susurros”, lo cual no estaba para nada planeado. Jamás intentaría emular a Bergman; es algo que simplemente no se ha de hacer. Pero por supuesto que está ahí, como una estrella guía escandinava y un arquetipo general para cualquier amante del cine. En cuanto al nombre del personaje de Renate, Nora, se debe más bien a que la mitad de las hijas de la clase media intelectual noruega se llaman así. Yo mismo conozco a bastantes.
El padre es sueco y lo interpreta Stellan Skarsgård, quien, por casualidad, trabajó con Bergman en su día, e incluso interpretó a Strindberg. ¿Qué te llevó a elegir a este actor en concreto?
Es muy sencillo: he llegado a un punto “afortunado” de mi carrera en el que puedo permitirme trabajar con actores de cierto calibre —y menudo calibre…—. En esa “lista”, Stellan está en lo más alto. Lo mismo ocurre con personas como Lena Endre o Jesper Christensen, con quienes es un auténtico placer trabajar.
“La ternura es el nuevo punk” tiene muchas posibilidades de convertirse en la frase más recordada de tu rueda de prensa en Cannes, casi a la altura de los comentarios nazis de tu homónimo Lars en 2011. Aquel año, tu primero en Cannes, algunos te apodaron “el Trier amable”, algo con lo que tú no estabas de acuerdo. Pero hoy, quizás, es precisamente de esa “ternura” de donde sacas más fuerza.
Vengo de una época radical, y sin duda he tenido un lado radical. Hoy tengo 50 años y dos hijos pequeños, y el mundo está sumido en la tensión y el malestar. Da la sensación de que estamos listos para la ternura y la reconciliación. Eso sí, no sin algo de fuerza. La música que hemos elegido para la banda sonora es sobre todo soul, con artistas como Terry Callier y “Pieces of a Man”, de Gil Scott-Heron. Cuando escucha esa canción, los sonidos le tranquilizan, pero debajo hay algo muy sustancial y político que se expresa, lo cual es un poco como mi forma de ser.
Tu dosis de “ternura” te valió un Gran Premio en Cannes. ¿Seguirás por este camino, o matarás a Renate Reinsve a los 30 minutos de tu próxima película solo para que no te encasillen?
¡Casi seguro que no! Si me comparo con un director como Stanley Kubrick, que nunca llegó a hacer dos películas del mismo tipo, y con Woody Allen, que siempre hizo el mismo tipo de películas, quizás estoy un poco más cerca de Woody. Dicho esto, si nos fijamos en Kubrick, puede que cada vez eligiera un género nuevo, pero seguía siendo Kubrick.
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ficha de la película], concluimos que se trataba de la tercera parte de tu “trilogía de Oslo”. Comentaste que tenías en mente hacer una trilogía en cuatro partes. ¿Es Sentimental Value esa “cuarta parte”?
¡Ah, sí, gracias por recordármelo! No veo exactamente Sentimental Value como la cuarta parte, porque aquí el foco está más en “la casa” que en “la ciudad”. Pero ya veremos. Primero, esta película se está dando a conocer al mundo, y tengo muchas ganas de verlo. Luego me sentaré a pensar en dónde estoy, que seguramente será Oslo, de hecho.
(Traducción del inglés)
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