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VENECIA 2025 Venezia Spotlight

Maryam Touzani • Directora de Calle Málaga

"Cuando estaba creciendo, sentí cierta riqueza en esta comunidad, y quise rendirle homenaje"

por 

- VENECIA 2025: La directora de El caftán azul habla sobre llevar a la pantalla la especial belleza y complejidad de su ciudad natal, Tánger

Maryam Touzani • Directora de Calle Málaga
(© Aleksander Kalka/La Biennale di Venezia - Foto ASAC)

La directora marroquí Maryam Touzani debutó en 2019 con su primer largometraje de ficción, Adam [+lee también:
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, ambientado en Casablanca, que participó en la sección Un Certain Regard de Cannes y fue seleccionada como candidata marroquí a los Óscar. Continuó su racha con El caftán azul [+lee también:
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, ambientada en Salé, que recibió el premio FIPRESCI en la misma sección en 2022, y coescribió Everybody Loves Touda [+lee también:
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con su marido, Nabil Ayouch, que también ha producido su última película.

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Ahora, Touzani vuelve su mirada hacia el lugar donde creció: Tánger. En su debut en español, Calle Málaga [+lee también:
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, la cineasta sigue a una septuagenaria local que rechaza los intentos de su hija de vender su histórica casa y, en su lugar, encuentra una nueva vida en la ciudad. Con motivo del estreno de la película en la sección Venezia Spotlight del Festival de Venecia, hablamos con ella sobre la representación del histórico barrio español de la ciudad, entre otros temas.

Cineuropa: Tu película se centra en el barrio de la diáspora española en Tánger, y comienza con un texto que explica la profunda historia de esta comunidad. ¿Qué elementos de este grupo de personas destacaron en el proceso creativo?
Maryam Touzani: Era importante mostrar el apego visceral que esta comunidad siente por Tánger. Mi abuela era española y creció hablando tanto español como árabe. Yo estaba muy unida a la comunidad española local y siempre me ha conmovido mucho, porque veía que este grupo se iba reduciendo a medida que pasaba el tiempo. Los ancianos morían y la mayoría de los niños se marchaban a España a estudiar. Sin embargo, las amigas de mi abuela nunca quisieron irse de Marruecos. El cementerio que aparece en la película es donde está enterrada mi abuela. Es el testimonio de toda una generación que ha desaparecido. Quería destacar la forma en que formaban parte de la comunidad marroquí que les rodeaba, pero conservando también su propia cultura. Mi abuela era profundamente española: cocinaba comida española, era cristiana y tenía su fe, pero al mismo tiempo era profundamente marroquí. Al crecer, percibí una riqueza en esta comunidad y quise rendirle homenaje.

La protagonista, María Ángeles, mantiene una singular relación con una monja de clausura, la hermana Josefa, que es su amiga de la infancia. Representan una especie de dinámica terapeuta-paciente, pero también aprendemos mucho de estas interacciones silenciosas.
Quería expresar cómo la hermana Josefa también está viviendo muchas cosas a través de María Ángeles. Es una amistad hermosa y fuerte. Sor Josefa no surgió de la nada. Crecí con mi abuela, que visitaba a sus amigas monjas. Solíamos ir a un lugar donde había monjas que habían hecho voto de silencio. De niña, me intrigaba mucho cómo conseguían explicar lo que sentían. Mientras escribía, la hermana Josefa surgió de forma natural. Como decías, su relación es un poco como la de un terapeuta y un paciente, porque creo que a veces necesitamos a alguien que nos escuche y esté a nuestro lado, no necesariamente para decirnos lo que tenemos que hacer o darnos consejos, sino para ayudarnos a no sentirnos solos.

Describes no solo una fuerte intimidad emocional, sino también sexual, entre María Ángeles y Abslam. ¿Qué significaba para ti retratar todas las facetas de esta relación?
Realmente creo que la vejez es algo hermoso. Envejecer es un privilegio. Por desgracia, en la sociedad en la que vivimos hoy en día, tenemos mucho miedo a envejecer. Quería ser capaz de sublimar el envejecimiento y embellecer esas arrugas, hacer aún más fuerte la belleza de su vejez. En el cine, tendemos a ocultar los cuerpos que envejecen y queremos mostrar los que consideramos perfectos y bellos. Lo que yo considero un cuerpo bello es uno que ha vivido, que tiene una vida que se muestra a través de sus arrugas y sus marcas. Era muy importante poder celebrar, de algún modo, la vejez, que también es celebrar la sexualidad y un cuerpo que se permite seguir experimentando placer.

Conocemos las múltiples caras de la ciudad, desde el hogar hasta los mercados. ¿Cómo conseguiste equilibrar la energía natural de la ciudad con tu propia visión de Tánger?
La calle de María Ángeles es una de esas en las que percibimos una parte del pasado, a través de las fachadas de los edificios, mezclándose con la vida que hay debajo: los jóvenes, los vendedores… Me encanta cómo conviven estos dos mundos, pasado y presente. En las grandes ciudades, es cierto que cada vez se pierde más este acto de ir al mercado. No tenemos necesariamente relaciones con la gente que nos vende pan o verduras. En Tánger eso todavía existe. Hay algo auténtico en esas relaciones, y eso me parece hermoso e inspirador.

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(Traducción del inglés)

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