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SAN SEBASTIAN 2025 Competición

Milagros Mumenthaler • Directora de Las corrientes

"Me gustaba esa contradicción del agua, un lugar de confort del que de alguna manera no puede escapar"

por 

- La directora suizoargentina habla sobre los secretos de su tercer largometraje, que trata de forma bella temas de depresión y maternidad, e incluso de lo incomprensible

Milagros Mumenthaler • Directora de Las corrientes
(© Jorge Fuembuena/SSIFF)

La directora suizoargentina Milagros Mumenthaler ha presentado su tercera película, Las corrientes [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Milagros Mumenthaler
ficha de la película
]
, en la competición del Festival de San Sebastián, después de su estreno mundial en la sección Platform de Toronto. La cinta cuenta la historia de una madre y diseñadora de moda, Lina (Isabel Aimé González Sola), cuya vida cambia tras la decisión aparentemente impulsiva e inconsciente de lanzarse a aguas heladas durante un viaje de trabajo. Hemos hablado con la directora sobre las decisiones creativas que marcan el tono místico pero realista de la obra, el tema del trauma generacional y la creación del sonido desde la perspectiva de un personaje.

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Cineuropa: El incidente que desencadena tu película estimula algo único. El miedo al agua de Lina acaba desentrañando su trauma soterrado. ¿El agua significa algo en particular para ti? ¿De dónde surgió esta idea?
Milagros Mumenthaler:
El proyecto cobró vida cuando estaba en Ginebra, que es donde crecí y adonde voy cada año porque mi familia vive allí. Caminando por la ciudad, me imaginé a una mujer arrojándose al agua helada. Era una imagen muy poderosa, que evocó muchas preguntas: ¿Quién es esta mujer? ¿Por qué está haciendo esto? Es un acto inconsciente. Una vez imaginas algo así, el agua se convierte en parte de la historia. Siempre me ha parecido un elemento muy reconfortante, porque crecemos en el útero acuoso. El agua es un lugar donde puedes encontrar la calma: hay algo muy relajante en ella. Sin embargo, también tiene esa contradicción de ser bastante peligrosa, además de divertida. Es un espacio donde te dejas llevar. También es el lugar donde muchas personas deciden suicidarse. En la película traté de pensar en lo que significa el agua para Lina. Me gusta esa contradicción: es un espacio reconfortante del que, de alguna manera, no podía marcharse. Le recuerda algo de una vida pasada con su madre, pero también es su lugar de pertenencia.

¿Cómo decidiste qué partes de su pasado revelar a lo largo de la película, a través de las diversas interacciones con la amiga de Lina, Amalia, y con su madre?
Cuando escribes un guion desde la perspectiva del personaje, las decisiones suelen tomarse de una manera muy orgánica. También me gustó la idea de que Lina fuera alguien que se reinventó a sí misma en cierto momento, que necesitaba dejar el pasado atrás para ser Lina y no Catalina. Además, atraviesa un momento en el que realmente tiene problemas en su vida cotidiana, en la vida que ha construido para sí misma. En el fondo, no tiene a nadie con quien compartir lo que le está pasando. Por eso lo más lógico que podía hacer era volver a su pasado y visitar a su amiga para pedirle ayuda. Sabe que, de alguna manera, su amiga no la juzgará, porque conoce su historia. Parece que todos los caminos llevan a su madre. Cuando ve el bordado, cuando se imagina el teatro, el ruido de la máquina de coser… y terminamos con esa señora en la escena del faro. Es como si todo condujera a que tuviera que ir a ver a su madre para intentar resolver algo.

El tema de la maternidad y la devoción hacia una hija atraviesa toda la película, pero también abordamos lo contrario: la compleja conexión de una mujer con su madre.
La película se interesa mucho por las madres y las hijas desde un punto de vista generacional. Para mí, Lina acata los mandatos que la sociedad exige de las mujeres y los hombres que provienen de una “buena familia” como la suya. Es como si hubiera algo en ella que la obligara a ser madre. No creo que Lina tomara una decisión consciente, como hacen muchas mujeres cuando deciden convertirse en madres. Es más bien un compromiso. Me resultó interesante que el hecho de dejarse llevar por su enfermedad psiquiátrica fuese una forma de abandono. La decisión de cambiar recae en Lina, al enfrentarse a un reflejo que le asusta. Sin embargo, logra decir: “No voy a ser la misma: me rescato a mí misma, mi hija me salvó y decido quedarme aquí”.

¿Podrías hablarnos sobre el vibrante paisaje sonoro y los motivos musicales que utilizas en la película?
Generalmente, trabajo mucho en el sonido desde el guion. Hay muchos elementos sonoros escritos directamente en el texto. Puedes oír, por ejemplo, sus pasos resonando en la ciudad, pero todo tiene que ver con Lina. Es como si dijera sutilmente: “¿Hacia dónde mira?”, pero también es lo que oye cuando está en ciertos lugares. En gran medida, son sonidos relacionados con el personaje. Desde la fase de escritura siempre tuvimos presente la música de Holst. Era como si la estuviéramos buscando. Sabíamos que tenía que ser música melancólica, pero también un poco divertida, con algo mágico o encantador, aunque con momentos de tensión. Sentí que representaba toda la película. Su música invita a dejarse llevar por ese estado, y creo que hay cierto disfrute en ese dejarse ir. Para mí, la música también debía ser como la que escucha Lina, la que ella imagina. En un momento dado, escuchamos a Holst y pensé: “Esto es; es perfecto”.

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(Traducción del inglés)

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