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SAN SEBASTIÁN 2025 Competición

Agnieszka Holland • Directora de Franz

“Si quería encontrar una nueva perspectiva, debía buscar fragmentos, piezas, puzzles y capas; tuve que hacer algo divertido”

por 

- La cineasta polaca explora su conexión personal con su protagonista, y cómo quiso devolverlo a la vida de una forma luminosa y original

Agnieszka Holland  • Directora de Franz
(© Álex Abril/SSIFF)

Tras su paso por la sección Special Presentations de Toronto, donde tuvo su estreno mundial, y su selección como representante polaca para los Oscar (ver la noticia), Franz [+lee también:
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, de la reputada cineasta Agnieszka Holland, llega ahora a la 73.ª edición del Festival de San Sebastián, donde compite por la Concha de Oro en la Sección Oficial. En una mesa redonda durante el certamen vasco, Holland abordó el enfoque estilístico de este pseudobiopic no lineal y semiexperimental sobre el icono literario Franz Kafka, sus propias conexiones con el autor y el uso de las libertades creativas en un mundo cada vez más opresivo.

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Holland explicó que la semilla de Franz surgió hace unos cuatro años, mientras hacía Charlatan [+lee también:
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(2021), ambas escritas por Marek Epstein. “Fue una colaboración maravillosa, y pensé que era una base estupenda sobre la que construir algo juntos. Pensaba en Franz Kafka como alguien que me ha acompañado desde que era adolescente. Sabía que no podía hacerlo como un biopic clásico, porque no es pertinente”. La película comenzó con un formato más tradicional, tal como lo escribió Epstein, pero Holland apostó por que el relato fuera mucho más experimental.

“Si quería encontrar una nueva perspectiva, debía buscar fragmentos, piezas, puzzles y capas; tuve que hacer algo divertido. Tenía que romper ese estereotipo visual sobre Kafka según el cual siempre está en la sombra, en blanco y negro, y es una figura torturada y retorcida. No es verdad. Démosle la oportunidad de ver la luz”. La cineasta también se sentía frustrada por la dependencia tan grande de la exposición que encontramos en los biopics convencionales. “La mayor parte de la energía narrativa se va en escenificar la información sobre la que luego inventas algún tipo de drama, pero lo detesto. Me aburre, y no quería hacerlo”.

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, que abordaba la crisis de los refugiados en la frontera entre Bielorrusia y Polonia. “Quiero mantener mi curiosidad por el cine y por la vida, aunque mi visión del mundo sea muy oscura. No creo que estemos yendo en la dirección correcta como humanidad. Creo que, por desgracia, Kafka como profeta volverá a ser relevante. La única baza que tengo ahora es mi libertad”.

Su Franz cobra vida gracias al joven actor alemán Idan Weiss, que encarna al escritor con desparpajo y fervor, pero sin muchas indicaciones por parte de Holland, según explicó ella. “En realidad no tuve muchas conversaciones con Idan, porque estaba muy entusiasmado y asustado por lo que estaba sucediendo, ya que no tenía mucha experiencia en cine. Es un joven bastante reservado, y no quería abrumarlo con muchas notas y literatura. Se preparó solo y de una forma extraña, porque se encerró en su piso durante dos meses. Sin embargo, en cuanto lo conocí y lo vi en vídeo, tuve la sensación de que era Franz: no solo por su aspecto, sino también por su sensibilidad extraña y extremadamente honesta”.

En su lugar, Holland adoptó un enfoque poco convencional para explorar el personaje junto a Weiss. “Lo primero que le pedí fue que viera vídeos de Rafael Nadal jugando al tenis. Solía tener tics particulares antes de golpear la pelota [como tocarse y darse golpecitos en el cuerpo]. Kafka era sin duda neurotípico en cierta medida. Eso proporciona una conexión especial con otras personas, como la que tienen muchos jóvenes de hoy. Es como un nadador que está siempre en movimiento porque, si no, se ahoga. Creo que Franz tenía distintas tácticas para no ahogarse y superar el horror del mundo”.

La directora explicó cómo el público joven conectó con la película durante algunas proyecciones de prueba, especialmente con su humor, mientras que el público adulto no se reía tanto. “Los [jóvenes] conectaron con él precisamente porque se les parece, ya que tiene esa dificultad para comunicarse mediante el tacto y de forma analógica, porque siente que no encaja o que es extraño”.

La propia Holland expresó también una cercanía emocional con Kafka y su obra. “Cuando era [unas cuantas décadas más joven], me obsesioné con Franz. Al leer sus cartas, sentí esa clase de cercanía que solo tienes con personas a las que quieres enormemente. Sentía que tenía que protegerlo de algún modo. Cuando analizaba el personaje de su hermana favorita, Ottla, pensé que sin duda tenía esa clase de relación con él: admiración y, al mismo tiempo, una mezcla de miedo e irritación ante la posibilidad de que se desmoronara o de que hiciera algo que le hiciera daño”.

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(Traducción del inglés)

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