SAN SEBASTIAN 2025 Zabaltegi-Tabakalera
György Pálfi • Director de Hen
"Necesitaba colocar esta pequeña criatura en una gran tragedia humana y ver qué podía pasar cuando chocaban esos dos mundos"
por Fabien Lemercier
- El cineasta húngaro habla sobre la arriesgada aventura de hacer una película muy creativa en la que la protagonista principal es una gallina que vaga por el mundo de los humanos

Desde que ganó en 2002 el Premio Fassbinder – Descubrimiento Europeo de la European Film Academy por Hukkle, György Pálfi ha explorado muchos territorios singulares. Con su nueva película, Hen [+lee también:
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ficha de la película], recientemente galardonada con una mención especial en la competición Platform de la 50.ª edición del Festival de Toronto y ahora seleccionada en la 73.ª edición del Festival de San Sebastián, dentro de la sección Zabaltegi-Tabakalera, el cineasta húngaro lleva aún más lejos su espíritu audaz.
Cineuropa: ¿De dónde surgió la idea de una película de ficción sobre una gallina?
György Pálfi: Siempre busco una perspectiva única para mis películas porque creo que el cine es el medio perfecto para mirar el mundo a través de otro prisma. Es una especie de juego intelectual que me permite construir un universo visual verdaderamente especial. Además, dirigir es una profesión muy práctica: siempre parto de las oportunidades de las que dispongo. Después de que en mi propio país me retiraran todos los apoyos por motivos políticos, tuve que encontrar un proyecto que pudiera rodar con un presupuesto muy reducido, en cualquier lugar del mundo. Necesitaba una historia ambientada en un único escenario y un animal que me resultara familiar, uno que estuviera presente en todas partes y fuera fácil de trasladar. En cuanto di con la gallina, supe que tenía entre manos una perspectiva innovadora para explorar historias humanas. Tenía claro desde el principio que debía situar a esta pequeña criatura en medio de una gran tragedia humana y ver qué podía suceder cuando esos dos mundos colisionaban.
¿Cuál era tu principal objetivo al escribir el guion con Zsófia Ruttkay? ¿Tuvisteis que adaptar mucho el texto durante el rodaje?
La historia presenta múltiples capas, como un holograma, y revela la misma imagen a través de dos destinos distintos, en diferentes planos y dimensiones. Por supuesto, estos dos caminos son interdependientes, están entrelazados y, pese a estar impulsados por objetivos y motivaciones diferentes, son inseparables. Nuestro concepto fundamental era crear una narración dual: la historia de la gallina avanza hacia un final feliz al estilo de Hollywood, mientras que la historia humana subyacente se despliega como una tragedia, siguiendo la tradición del drama griego clásico. Los dos hilos se cruzan durante un instante y luego vuelven a divergir. Como nuestro personaje principal es un animal, tuvimos que planificar cada escena con gran precisión. Una vez encontramos una localización que encajaba casi a la perfección con lo que habíamos imaginado en la fase de escritura, Zsófia y yo hicimos algunos pequeños ajustes. Estos cambios nos permitieron planificar los planos con mayor detalle junto a nuestro director de fotografía, Yorgos Karvelas.
¿Qué equilibrio querías alcanzar entre las desventuras del animal y la dimensión de parábola de las acciones humanas que observa la gallina?
El foquista siempre me preguntaba dónde debía enfocar, y mi respuesta era sencilla: “En la gallina”. La gallina es la protagonista; la historia humana solo funciona como telón de fondo para sus peripecias. Al mismo tiempo, aunque nuestra atención esté puesta en la gallina, solo los humanos ven películas, y los humanos son capaces de tomar decisiones morales. Esto crea una tensión que obliga al espectador a pensar: “¿Cómo vivo mi propia vida? ¿Puede mi felicidad individual separarse de verdad de los acontecimientos que se desarrollan a mi alrededor?”.
La película toca muchos géneros: documental de animales, road movie, crónica social y familiar, además de abordar el aspecto criminal de la trata de personas. ¿Cómo querías moverte entre estos géneros?
Esta película no puede confinarse a un solo género. Ser autor te da la libertad de jugar con estilos distintos. Al hacerla, quise fusionar métodos de filmación diferentes. Me acerqué a las localizaciones y a los personajes con un enfoque documental centrado en la autenticidad, mientras que utilicé las técnicas del documental de naturaleza para capturar a las gallinas y a otros animales. Al mismo tiempo, el trabajo de cámara y la imaginería siguen el estilo de las películas clásicas de Hollywood de los años cincuenta. La combinación de estos tres enfoques le dio a la película una estética propia y singular.
Las aventuras de la gallina entre los humanos son a menudo cómicas, aunque siempre haya un trasfondo de drama. ¿Hasta dónde querías llevar este tono?
El uso simultáneo de la comedia y la tragedia siempre revela una verdad singular. Esta es la visión del mundo grotesca que ha definido todas mis películas, desde Taxidermia [+lee también:
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ficha de la película]. Para mí, este enfoque refleja con mayor precisión el absurdo de nuestra época. Eso sí, tuvimos que ser muy cuidadosos para que los elementos cómicos y trágicos estuvieran siempre en sintonía. Queríamos asegurarnos de que el espectador pudiera establecer una conexión emocional con ambas tramas, no solo intelectual. Para mí era muy importante que esta película, de forma deliberada, no obligara al espectador a “tomar partido”.
Se suele decir que rodar con animales es muy difícil. ¿Cómo lograsteis esta hazaña?
Parece que la gallina es la excepción a esa regla. Fue un animal increíblemente fácil con el que trabajar, y además contamos con la ayuda de adiestradores muy profesionales. La única condición real era planificar cada escena con absoluta precisión. El verdadero reto fue para los actores, que tuvieron que ser a la vez muy profesionales e increíblemente humildes, ya que siempre debían adaptarse a las acciones de la gallina.
(Traducción del inglés)
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