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SAN SEBASTIÁN 2025 New Directors

José Alayón • Director de La lucha

“Vi en la lucha canaria una metáfora de la vida, de la resistencia y de los conflictos íntimos que todos vivimos”

por 

- El director habla sobre el origen, los desafíos y las metáforas de su segundo largometraje, articulado alrededor del deporte tradicional de las Islas Canarias

José Alayón • Director de La lucha
(© Ulises Gutiérrez/SSIFF)

Con motivo de su presentación en la sección New Directors en el 73.° Festival de San Sebastián, el director canario José Alayón nos ha hablado sobre el origen, los desafíos y las metáforas de su segundo largometraje, La lucha [+lee también:
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Cineuropa: Me gustaría saber cómo surgió la idea para La lucha. ¿De dónde partiste? ¿De la lucha o de la relación íntima sobre el dolor de la muerte de una madre o de una mujer?
José Alayón
: Realmente pueden ser las dos cosas. A mí el cine que me interesa suele ser el más íntimo, el de las relaciones familiares o de amistad, donde se generan esos pequeños conflictos de no comunicación y de resistencia. Incluso mi película anterior, Slimane [+lee también:
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, hablaba sobre una amistad entre dos chicos magrebíes. La lucha canaria está en el imaginario de la sociedad canaria. Desde pequeños la practicamos en la escuela, hay clubes y los viernes por la noche ponen lucha en la tele. Yo la practiqué de pequeño, pero lo dejé. Hace unos siete años fui a una lucha con un amigo director de cine y la redescubrí de alguna forma. Me encantó como aficionado, me lo pasé muy bien, me gustó el entorno y la lucha en sí misma, porque tiene una estructura narrativa bastante épica. Me gusta mucho construir películas a partir del cuerpo, de lo físico, y la lucha era perfecta para eso.

La lucha canaria sigue siendo muy local. ¿Cuáles fueron tus estrategias para hacer una película universal?

La historia de duelo y la incomunicación entre padre e hija siempre fue el núcleo que quería explorar. Desde el principio, vi en la lucha canaria algo más que un espectáculo: una metáfora de la vida, de la resistencia y de los conflictos íntimos que todos vivimos. Quería que la película tuviera fuerza tanto física como emocional, por eso trabajé con luchadores y luchadoras reales, incorporando su cuerpo, su presencia y su energía al relato. El proceso de creación fue muy orgánico: reescribía constantemente durante los ensayos, el rodaje e incluso en el montaje, volviendo a filmar escenas cuando lo sentía necesario. Me gusta dejar que la realidad se cuele en la película, que lo inesperado y la vida misma transformen la historia. Para mí, esa flexibilidad es esencial: sin ella, es difícil que algo funcione de verdad. Cada cambio, cada improvisación y cada ajuste buscaba acercarnos a una verdad emocional, a un ritmo y una intensidad que reflejara lo que quería contar sobre la vida, la lucha y las conexiones humanas.

El paisaje suele percibirse como hostil y árido, aunque normalmente se muestra como un lugar turístico. ¿Querías usar esa dureza como reflejo de los personajes?

Soy canario y siempre he sentido cierto rechazo hacia la imagen turística que se ha construido de las islas; desde los años 80 nos han presentado Canarias casi solo como un destino de ocio, y eso ha influido incluso en nuestra forma de pensar. Como cineasta, sentí la obligación de contradecir esa visión y mostrar otra cara de nuestra realidad. La lucha canaria, que existe desde antes de la colonización española, me parecía un acto de resistencia perfecto para reflejarlo. Por eso elegimos Fuerteventura: su paisaje árido y poderoso, las montañas que contrastan con los cuerpos de los luchadores, y el viento constante, brutal, que aporta incomodidad y fuerza narrativa. Además, en los últimos diez años, Fuerteventura ha desarrollado una gran afición por la lucha: los lugares donde se practica se llenan de público, y los mejores luchadores suelen concentrarse allí. También fue importante que nuestros protagonistas, Tomasín Padrón y Yasmina Estupiñán, vivieran ahí. El pueblo donde rodamos casi toda la película fue La Pared.

En general, y en esta película, tú trabajas como productor y director. ¿Has tenido tus propias “luchas” en el rodaje?
Es complicado combinar la producción con la dirección. Muchas veces incluso tenía contradicciones conmigo mismo: como director quiero que la película quede perfecta, pero como productor también tengo que cuidar el presupuesto, que es algo fundamental. El cine es muy líquido, se te escapa entre los dedos; cuando crees que lo controlas, ya ha cambiado. Puedes aprender a anticipar, a manejar tiempos, o cuestiones más técnicas o artesanales, eso sí, pero cada película es distinta. Muchas veces intuimos que hay una buena película, pero hay que buscarla. A mí me interesa un cine donde se descubren cosas en el camino. En este oficio hay que reinventarse y repensarse constantemente. Si crees que ya sabes hacerlo, es cuando un buen cineasta empieza a volverse un poco más mediocre, y notas la diferencia en la película. Esto pasa: cineastas que hicieron películas excelentes y luego, de repente, ves que la siguiente no tiene la misma potencia, no es lo mismo. Y sí, cansa. Estar todo el tiempo buscando, cambiando y haciendo cine, ¡al final también nos desgasta!

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