Stephen Frears • Realizador
El instinto de la credibilidad
por Fabien Lemercier
- Encuentro con un director que reivindica alto y claro su estatus de no-autor e incansable explorador de los temas y los géneros
Manejando la ironía con un arte consumado, Stephen Frears ha aprovechado su estancia en París para jugar al ping-pong verbal con una prensa francesa que ha venido en masa y ávida de penetrar en los secretos de fabricación de La Reina. Fragmentos elegidos de estos intercambios que van más allá de lo superficial con un cineasta que esquiva sutilmente toda tentativa de definición estricta de su talento multifacético.
¿Qué es lo que le atrajo hacia este tema monárquico?
Stephen Frears: Es sólo una historia interesante y es el mundo en el que vivo. Si eres inglés, la Familia Real y sus instituciones forman parte íntegra de tu vida. Así, cada vez que envías una carta, está la Reina en tu sobre; es imposible escapar. Y, si la institución es ridícula, la Reina es una mujer admirable y extremadamente popular. Hay algo de particular en esta mujer y una relación especial entre los británicos y las mujeres reinas. En ciertos aspectos, La Reina [+lee también:
crítica
tráiler
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entrevista: Stephen Frears
ficha de la película] se asemeja a un tema shakesperiano. Es una historia ejemplar, pues dice mucho sobre mi país, totalmente compartido entre tradición y modernidad. La película habla del conflicto que opone a los dos mundos y también de la tradición, que es, a la vez, una fuerza y una debilidad del país. Con el guionista, Peter Morgan, ya habíamos realizado The Deal en 2003, que se centraba en la persona de Tony Blair. Y La Reina es casi una segunda parte, con la diferencia de que, esta vez, es la Reina la figura principal.
La humanidad de los personajes y la ausencia de caricatura caracterizan su película. ¿Ha prestado una atención particular a ello?
Sí. Es lo que hemos querido hacer desde el principio con Peter Morgan. Enseguida, a medida que se desarrollaba nuestro trabajo, buscábamos, simplemente, hacernos la pregunta de la credibilidad. Pero no teníamos ninguna obligación de cara a la Familia Real, sólo comportarnos de manera responsable y justa, ya que se trata de seres humanos con su sensibilidad.
¿Cuál es la parte de la ficción y de la realidad en La Reina?
La película descansa en una cantidad enorme de investigaciones, sin embargo, las escenas entre los personajes son completamente imaginarias. Es una clase de sentido instintivo que permite juzgar lo que es creíble o no.
¿Por qué utilizar imágenes de archivos para hechos que podría haber reconstituido?
Necesitábamos estos elementos para dar autenticidad y una reconstitución habría tenido menos fuerza, pues sólo teníamos el Palacio y el Primer Ministro como base de diálogo ficticio. Es por esta misma razón por la que he mostrado imágenes de Diana, muy vivas, porque si no, la película no concerniría más que a ancianos en un palacio de Escocia.
Tras Maria Antonieta de Sofia Coppola, La Reina parece firmar un movimiento de rehabilitación de las reinas en la pantalla.
Yo ya he realizado películas sobre la clase obrera. Pero dependo mucho de la gente que me da los temas. Cuando la historia es buena, poco importa el medio social, ya sea el de Mi hermosa lavandería o el de La Reina. Pero, en general, creo que la vida es tan horrible que sólo la ficción permite evadirse.
¿Ha sufrido presiones ligadas al tema o ha conocido dificultades para la financiación de la película?
Para nada. Nunca ha habido películas sobre la Reina y los republicanos de Pathé han financiado este ataque vicioso contra la monarquía. Puedo considerarme, sobre todo, muy afortunado por haber encontrado un tema tan interesante.
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