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Rabah Ameur-Zaïmeche • Director

El principio de los tiempos

por 

Primero en Cannes, en la sección “Una Cierta Mirada” (leer el informe), y después en el Festival de Namur, Bled Number One [+lee también:
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, de Rabah Ameur-Zaïmeche. Entre contemplación, pudor y vibraciones, el director francés nos lleva a una doble historia de amor: la de Louisa y Kamel, dos personas marginadas, y la que siente por su país de origen, Argelia.

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Cineuropa: ¿Cómo considera sus dos películas juntas?
Rabah Ameur-Zaïmeche: Como un díptico. En Wesh Wesh, Qu'est ce qui se passe ? queríamos evocar el desarraigo de la diáspora argelina hacia Francia en los barrios populares a través de la mirada de este personaje que vuelve a descubrir su ciudad, su barrio y a los suyos. Bled Number One [+lee también:
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plasma su vuelta a sus raíces. Es el mismo personaje, con la misma mirada, lúcida. Mirada que es también la del espectador.

Se tiene la sensación de una gran libertad en el guión. ¿Cómo lo escribió?
De manera muy rigurosa pero intentando conservar esos espacios de libertad… Lo utilizamos, ante todo, como una especie de armazón, de esqueleto. Y después se trataba, sobre todo, de filmar la tierra argelina, una tierra eminentemente civilizada, pues la humanidad ha circulado por ella desde el principio de los tiempos con todas sus culturas; sin embargo, una tierra depredadora y salvaje, una tierra africana, de una inmensa belleza. Queríamos evocar la Argelia de hace 10.000 años como la de hoy sin pararnos en la actualidad, Era ésa mi pretensión, regresar a la antigüedad. Al mismo tiempo, presto mucha atención a lo que puedo decir sobre Argelia porque es un país que, a decir verdad, conozco muy mal y al que no quiero juzgar. Existe un futuro y un inmenso potencial porque existe un pueblo y una juventud que sólo piden ir hacia adelante. Y mujeres deslumbrantes, bellas, extraordinarias, que las vemos por doquier. Campesinas, analfabetas o locas, ellas portan el estandarte de la libertad como cualquier feminista.

Se asiste a una sociedad que emerge, a sus cimientos, cuando muestra la implantación de los grupos, de sus leyes…
Sí, una comunidad que se autoadministra, se organiza, sin necesitad del Estado, de la policía. Al mismo tiempo, asusta, pues, en el momento que un electrón libre quiere independizarse todo se desarregla. Se puede llegar a la violencia, o a la locura. La libertad es una búsqueda estrictamente personal; es, incluso, sin duda, un término antisocial. Creo que es el tema principal de la película.

Usted utiliza los planos secuencias largos, como un documentalista.
A veces, nos encontramos incluso en los confines del cine etnográfico. Y después, de golpe, todo explota hacia otro cine que no nos esperábamos. Pero es también en la acción cuando todo cobra sentido. Puede ser que sea por eso por lo que me gusta el cine, porque existe una “¡acción!”, donde de pronto nos metemos en una dinámica y no podemos volver atrás. Y en ese momento, llegamos quizás a tener una percepción distinta, otra sensación. Pero para eso hay que ser abierto, estar atento. Mirar lleva mucho tiempo.

Kamel es un personaje que puede estar un poco en medio, como ese “Pequeño vagabundo” de William Blake que usted cita. ¿No hay en este errar, en esta deriva, como una utopía del hombre moderno?
Es exactamente lo que dibujamos. Me gusta este término de utopía. No nos podemos quejar porque nosotros estamos entre dos culturas. Cuando provenimos de una doble cultura, la utopía es creer que podemos hacer realidad ese sueño de una gran familia. La película interroga sobre esas nociones de humanidad, de propiedad, de territorialidad, de flujo migratorio, lo que constituye lo esencial de nuestra época.

¿Ha sido esta película difícil de montar?
Para nada. Ante todo, porque teníamos detrás Wesh wesh, que nos ha ayudado mucho. Y después porque hemos contado con el apoyo del CNC gracias al anticipo sobre ingresos. Y también se ha unido Les Films du Losange; y Margaret Ménégoz nos ha apoyado completamente.

Usted escribe, produce, dirige. ¿Es una elección?
Sí, totalmente. Hay que saber ser autónomo e íntegro. Quiero hacer mi cine. Eso es todo.

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