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Patrice Boiteau • Director del Festival de Cine Europeo de Osaka

Ensayo sobre la diversidad

por 

Un francés en Japón, Patrice Boiteau es el director del Festival de Cine Europeo de Osaka. En su décima tercera edición, el festival ofrece este año un programa que destaca la cinematografía de Europa del Este, mientras construye un puente entre las producciones más recientes del viejo continente y los autores del pasado con una retrospectiva de cine checo y una otra dedicada a Visconti. El cineasta nació hace 100 años en Milán, que es la ciudad hermanada con Osaka desde hace 25 años. Una entrevista que nos permite hacer un balance sobre la visibilidad del cine europeo en el país del sol naciente.

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Cineuropa: ¿Cuáles fueron sus motivaciones para crear un Festival de Cine Europeo en Osaka y cómo ha evolucionado el Festival en los últimos 13 años?
Patrice Boiteau: Llevo 18 años viviendo en Japón y, a principios, lo que más me impresionó fue, por un lado, la presencia aplastante del cine americano y, por otro lado, el lugar ocupado por la producción nacional. Entre los dos, no había espacio para otras cinematografías. Sin embargo me parecía urgente que la sociedad japonesa pudiera descubrir, a través del cine, otra manera de mirar hacia al mundo. Echábamos de menos eso en Japón, sobre todo fuera de Tokio. Quisimos organizar un evento que pudiera acoger la diversidad de la producción cinematográfica europea, en el sentido geográfico (y no político) del término.
El festival, que alcanzó ahora su talla adulta, es lo que quisimos hacer desde el principio, pero fue complicado convencer a los asociados japoneses. Hemos empezado con una sola sección dedicada exclusivamente a las producciones más recientes. Ahora tenemos una sección principal, secciones paralelas, retrospectivas, películas para niños, además de exposiciones y de conferencias en la universidad. Intentamos aplicar nuestra política de diversidad no solamente a la elección de las películas, sino también a los eventos paralelos.

La elección de las películas es ecléctica; hay un cuidado en programar cintas de países cuya producción es menos conocida. Sin embargo, el cine francés (que es, juntamente con el inglés, lo más distribuido en Japón) sólo está representado por cortometrajes.
Para la mitad de la selección, intentamos trabajar con distribuidores japoneses que estrenarán la película en los meses que siguen al festival. La otra parte del programa está constituida por películas que elegimos nosotros y que carecen de distribuidor en Japón.
Por razones de presupuesto, no podemos todos los años ofrecer una visibilidad a todos los países europeos. En las ediciones precedentes, Francia ocupó una plaza importante. Este año los cortometrajes franceses ocupan la plaza que, en el año pasado, perteneció a los cortos alemanes. En esta edición quisimos abrir el festival a los países del Este, aún muy poco conocidos en Japón. Tenemos una película polaca (I am, de Dorota Kedzierzawska), eslovena (Gravehopping, de Jan Cvitkovic), una coproducción austro-bosnia que ganó la última Berlinale (Grbavica [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Barbara Albert
entrevista: Jasmila Zbanic
ficha de la película
]
, de Jasmila Zbanic), una retrospectiva Checa...

El cine europeo sigue siendo poco conocido en Japón, ¿Qué hacer para aumentar su visibilidad y persuadir a los compradores japoneses?
Según las últimas cifras, este año se ha registrado un doble descenso: en el número de películas europeas compradas y en el número de espectadores. Las cintas francesas e inglesas no escapan a esa tendencia aunque sigan siendo las más vistas entre las producciones europeas.
Me parece que lo más urgente no es vender las películas, sino ampliar su público. Si las ventas de las producciones europeas han disminuido en Japón, es porque el público y los directores de las salas de cine han perdido la confianza en el cine europeo. Para los distribuidores de aquí, la carrera de un film europeo se resume muchas veces a algunas semana de proyección en Tokio, y eventualmente, en Osaka. La inversión en la promoción del cine europeo casi no existe. Hay una ausencia flagrante de ambición para esas películas entre los distribuidores especializados.
Hace falta una política realmente ambiciosa que permita crear un nuevo público para el cine europeo. Es lo que nuestro festival intenta hacer desde hace 13 años.
Además, el cine europeo tiene que enfrentarse no solamente al cine americano, sino también el cine asiático. Hay un descubrimiento del cine de este continente, sobre todo por parte de las nuevas generaciones. Justo este año, hubo 32 títulos coreanos en cartelera. Al mismo tiempo, las películas asiáticas son más baratas que las europeas y los distribuidores europeos se quejan muchas veces de los precios de éstas.
Nos encantaría si nuestro festival ayudara a aumentar las ventas, pero ése no es nuestro objetivo principal. Si lo fuera, tendríamos que cambiar nuestra manera de seleccionar las películas y eso acabaría por imponer otras condicionantes que no deseamos.

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