25/02/2008

Figura del cine francés que multiplica los éxitos pero se enfrenta siempre con las mismas críticas, Cédric Klapisch, firma con su nuevo largometraje, Paris [+lee también:
tráiler
ficha de la película], una película más oscura que las precedentes, y más luminosa. Pierre, interpretado por Romain Duris, joven bailarín que sufre repentinamente una grave enfermedad del corazón, observa desde su ventana la vida de aquellos que lo rodean. En torno a esta mirada, se construye poco a poco el retrato de una ciudad, de sus habitantes, sus lutos y sus esperanzas.

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Cineuropa: Paris es una película con una estructura compleja y al mismo tiempo, tal vez su cinta más límpia, más simple.
Cédric Klapisch : Estoy de acuerdo. Buscaba una historia simple pero al final la narración de la película es bastante compleja. Y no fue nada fácil llegar a narrar una única historia con todas estas historias incluidas. El montaje fue la etapa más difícil. Pero sorprendentemente, la película es bastante lineal a pesar de que habría podido tener la forma de un mosaico. Tengo la impresión de haber intentado obtener una película fluida y refinada si bien a priori era más bien barroca. Sí, es una rara mezcla de los dos estilos.

¿Dejo el guión de lado durante mucho tiempo ?
Más o menos la mitad del tiempo que había rodado...Ninguna historia ha desaparecido completamente pero todo ha sido reducido, y algunas cosas más que otras. El recorrido del personaje africano por ejemplo era mucho más extenso. Mi historia tenía en un principio un lado más democrático (risas), a cada uno su época! Me di cuenta de que algunas cosas necesitaban más tiempo y destacaban en el conjunto, como las historias de Romain Duris y Juliette Binoche, central, la de Fabrice Luchini con François Cluzet y Mélanie Laurent…

¿Qué lo guió en la elección de estas historias?
La lógica de lo que es París para mí. Preferí por ejemplo rodar la película en otoño. No sólo la historia de Pedro es otoñal, sino que con esta temporada, los recuerdos llegan inmediatamente, Baudelaire, Apollinaire… El otoño es triste y también colorido, resplandeciente, como el canto de un cisne. Quería también filmar esta ciudad a la vez muy moderna y muy antigua, como estos dos hermanos, uno construye la nueva París, el otro habla sobre la antigua. Elegí estas historias en función de los temas que deseaba tocar. Cuando se menciona esta ciudad, la moda y la inmigración están inevitablemente presentes. Luego efectivamente, la manera de asociar estos universos pasa por esta musicalidad. Se trataba también de evitar el lado didáctico, Paris no es de una guía turística (risas).

En sus películas anteriores, algo grave nacía en la ligereza y la energía. En Paris, se tiene el sentimiento contrario, que la alegría viene después de lo grave.
Si, es verdad, la gente reía mucho. Y es lo contrario de algunos de mis filmes, como Chacun cherche son chat, donde la gente se divertía pero no reía a carcajadas. Además, tengo 46 años, me doy cuenta que envejecer es a la vez perder y ganar cosas. Tenía ganas de hablar de todo eso.

Es desconcertante ver a Romain Duris en el papel de bailarín enfermo.
Como es bailarín, su enfermedad se vuelve más trágica. Y luego, me gusta utilizar tópicos y desviarlos. Al principio me dije que yo no iba a utilizar Le Moulin Rouge, esta especie de emblema parisino, es demasiado enorme (risas)! Pero es justamente interesante porque no describo la vida de alguien que trabaja en Le Moulin Rouge, No, no muestro la cara de la moneda sino la cruz. Tomo a un profesor de la Sorbona, mantiene una relación con una de sus estudiantes, hace parte de un lugar común. Pero él no lo es, no tiene deseos de serlo y debe asumir también su superficialidad. Me gusta hacer eso en una narración. Nadie es superficial, hay por supuesto máscaras, pero cada uno de nosotros tiene una vida. Como narrador, utilizar tópicos para escaparse es un motor.