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CANNES 2009 Quincena de Realizadores

La pivellina, una muñequita para los niños del circo

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Hoy ha tenido lugar la presentación de la producción italo-austriaca La pivellina [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
en la Quincena de Realizadores de Cannes, y se nota, y mucho, que es el primer largometraje de ficción de los directores de documentales Tizza Covi y Rainer Frimmel, también productores de la cinta para Vento Film. La película consigue emocionarnos precisamente por esa naturalidad con la que trata los sentimientos y la simplicidad de los momentos felices que viven un grupo de artistas de circo (interpretados por actores que han conservado sus verdaderos nombres) cuando tienen que hacerse cargo de una encantadora pequeñaja de unos dos añitos o, como ellos la llaman, "pivellina".

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En la primera escena, Patrizia, una pelirroja de unos cincuenta años, encuentra a una niñita sola en un columpio en medio de un descampado mientras busca a su perro vagabundo. En su bolsillo, una nota de su madre diciendo que algún día volverá. Así, una pequeña comunidad de saltimbanquis (el viejo payaso alemán Walter, el joven adolescente Tairo, que va un poco su aire) abren las puertas de sus caravanas a la pequeña "Aia" (Asia), como dice llamarse, donde viven más bien que mal rodeados de sus animales y en un lugar también dejado de la mano de Dios, con grafitis y barro, pero que la niña ya no querrá abandonar.

Porque este melancólico paisaje está salpicado de brillantes colores primarios. Porque a pesar de esa apariencia de vida desordenada, estos marginados forman una verdadera familia donde compartir y transmitir son los principios fundamentales. Tairo comparte su pan sistemáticamente con Asia y Patti se esfuerza en enseñar al chico la historia italiana, mientras Walter enseña números nuevos a sus animales. Y con estos actos de generosidad, el espectador disfruta también de los deliciosos momentos con la niña, aunque sepamos que no durarán para siempre.

Otro gran atractivo de la película, para los amantes de Italia, es que reúne todas las características del país mediterráneo. No tanto por su estilo visual (que por cierto está muy cuidado), ni porque invoque de modo más o menos explícito a Fellini, Mussolini, Leonardo da Vinci, un hombre un tanto "macho" con su novia y fantásticas pizzas, sino por la sobriedad y delicadeza con la que nos presenta ese calor humano en las cosas cotidianas, esa atención al detalle, ese amor incondicional de los niños o esa concepción de la familia que forman la verdadera esencia de Italia, una esencia que no encontraremos paseándonos en vaporetto por Venecia, pero que ha arrancado una gran sonrisa al público en Cannes.

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(Traducción del francés)

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