CANNES 2009 Competición / Francia
Cuatro países europeos para Elia Suleiman
por Fabien Lemercier
Una alianza entre Francia, Bélgica, Italia y el Reino Unido ha permitido al realizador palestino Elia Suleiman financiar su tercer largometraje, The Time That Remains [+lee también:
tráiler
ficha de la película], presentado ayer en competición en la 62ª edición del Festival de Cannes. Una obra muy apreciada por la prensa que demuestra una vez más el arte del cineasta de Intervención divina (premio del jurado de Cannes en 2002) en una acrobacia cinematográfico sobre la cuerda del drama y el tono burlesco.
La historia de The Time That Remains, inspirada por los cuadernos de su padre, las cartas de su madre y sus propios recuerdos, describe en cuatro episodios la vida en Nazareth de la familia del cineasta desde 1948 a nuestros días, durante los acontecimientos históricos que dieron el dominio de Israel sobre esta ciudad en la cual, según Suleiman, “los palestinos que se quedaron son llamados israelo-árabes y viven como una minoría en su propia tierra natal”.
La película, muy rica en episodios cómicos o incluso simbólicos, como el salto del muro que separa Israel de los territorios ocupados o el cañón de un tanque que sigue de muy cerca a un joven palestino que cruza una calle para tirar la basura, aparece sobre todo como un homenaje del realizador a la memoria de su padre (interpretado por Saleh Bakri), resistente en el momento de la creación de Israel y la rendición de Nazareth (una verdadera imposición) el 16 de julio de 1948.
El segundo episodio, que se cierra el 28 de septiembre de 1970, después de la muerte del héroe del pan-arabismo (movimiento que promueve la unificación del mundo árabe), el egipcio Nasser, narra la vida rutinaria de la familia Suleiman al ritmo los arranques de locura de un vecino que amenaza regularmente con inmolarse, las excursiones de pesca de su padre, la vida estudiantil de un joven Elia ya comprometido (“Pero, ¿quién te dijo que los americanos son colonialistas, imperialistas? ”) y que descubre la rebelión de los esclavos de Espartaco, de Stanley Kubrick, sin dejar atrás la vigilancia constante de los soldados israelíes (patrullas, registro).
La tercera parte, hacia 1980, gira en torno a la adolescencia de Elia en un clima de manifestaciones palestinas y represión israelí mientras que su padre se está muriendo. Por último, el última parte se centra en el actual Elia Suleiman, que regresa a Nazaret cuando la vida de su madre llega a su fin. Dos episodios de emociones reprimidas y emocionantes entrecruzadas por historias divertidas y absurdas, cadenas de televisión que difunden explosivas imágenes del mundo y de una juventud palestina que baila frenéticamente o que silba la música de El Padrino y Hasta que llegó su hora.
Rodado casi exclusivamente en planos fijos muy geométricos, The Time That Remains se cierra con la canción Staying Alive en versión árabe, un título que revela las intenciones de un cineasta que consigue honrar la memoria de sus padres, su ciudad y la reciente historia de su tierra, firmando al mismo tiempo una película divertida e instructiva, así como tierna y distante.
(Traducción del francés)
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