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CANNES 2010 Concurso

My Joy: el callejón sin salida de la muerte

por 

La única ópera prima presentada en concurso este año en el Festival de Cannes, My Joy [+lee también:
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, del ucraniano Sergei Loznitsa, sumergió ayer a la prensa en un universo de total oscuridad en el cual los ladrones pululan, la impunidad reina, las carreteras no llevan a ninguna parte y la huella de la guerra siembra un caos que contamina los espíritus de generación en generación. Ultra nihilista y dando de la Rusia profunda una imagen aterradora, la película revela a un cineasta original con un fuerte potencial, especialmente audaz (demasiado, dirán algunos) en su enfoque narrativo y dotado con un talento visual excepcional, gracias también a su experiencia como documentalista.

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Construida sobre la sucesión de varios relatos distintos (un conductor de camión perdido que se topa con un trío de ladrones, un militar asaltado por un policía, un niño que asiste al asesinato de su padre, soldados que intentan entregar un cuerpo a su familia, los abusos de poder de la policía de tránsito), My Joy, se erige sobre varias dimensiones temporales con dos flashbacks que evocan el final de la 2ª Guerra Mundial y varios saltos en el tiempo difíciles a definir para la época contemporánea. Resulta un asombroso torbellino vagamente aclarado por lazos y apariciones recurrentes de personajes y paralelos entre varias historias. Este boceto con ramificaciones múltiples ilustra perfectamente la descomposición social en el centro de la película (personas sin hogar en el campo, bandas de delincuentes en los pueblo, economía de cuarto mundo…): aparecen personajes inquietantes, la violencia surge sin prevenir, la pérdida de los puntos de referencia abre la puerta a la ley de las armas y a la explotación del mínimo gramo de poder.

Esta sociedad de muerte, cuyo retrato extremo es magnificado por un trabajo de una riqueza extraordinaria en la dirección de la fotografía (Oleg Mutu - 4 meses, 3 semanas y 2 días [+lee también:
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entrevista: Cristian Mungiu
entrevista: Oleg Mutu
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) y un realismo increíble (gracias a un reparto de actores profesionales y no profesionales), intrigó cuanto exasperó a la prensa, su confusión sabiamente mantenida y su final extravagante, que daña desgraciadamente un poco a una obra (coproducida por Alemania, Ucrania y los Países Bajos) que es, a pesar de todo, una de la más innovadoras de la competición de Cannes.

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(Traducción del francés)

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