El cine espera al sector privado con los brazos abiertos
Cada vez hay menos dinero para hacer cine en España. En pocos meses, varios factores - la crisis general que azota la economía en general y el cine en particular, la más que posible reducción de las ayudas públicas autonómicas y estatales, la reducción de la obligación de inversión de las televisiones y el azote de la piratería, que ha liquidado enteras ventanas de explotación como el vídeo doméstico – han dejado tiritando las arcas del sector. Es necesario por tanto dar con nuevas vías de financiación y, entre todas, como han coincidido muchos profesionales durante la quinta edición de Madrid de Cine-Spanish Film Screenings (leer más), destaca la atracción de inversores privados, a los cuales el cine abrió la puerta con la Ley de 2007.
Lo tienen claro Ignasi Guardans, director general del ICAA, para el cual es “una prioridad, casi una obsesión”, y Gonzalo Salazar-Simpson, presidente de la recién creada AEC (leer más), consciente de que su incorporación, necesaria en un sector privo de las ventanas de explotación tradicionales, “va a modificar la estructura de producción, ya que van a exigir una serie de cosas que hasta ahora no se pedían”.
Tratándose de un sistema de financiación prácticamente inédito en España, hay mucho que hacer. Los esfuerzos de Guardans se dirigen a “transmitir seguridad e intentar aclarar el marco jurídico”, aunque sin olvidar que “para tener quien da, hay que tener quien reciba”, refiriéndose a que los productores españoles “no están acostumbrados a ofrecer las condiciones de profesionalidad, transparencia y rigor necesarios para recibir esas inversiones”.
Salazar-Simpson no tiene dudas: “Lo que tenemos que ofrecer a los inversores es rentabilidad. Nos van a exigir unos planes de explotación viables y eso se puede conseguir a través de las dos ventanas más importantes que quedan: la taquilla y el internacional”. Sobre todo esta última, que se convierte en “una de las claves de la manera de producir de ahora en adelante”.
Guardans admite que el marco fiscal español “no es de los mejores de Europa, pero tiene más ventajas de las que se están utilizando”. Este punto no preocupa a Salazar-Simpson, que opina que “al inversor le da igual el marco, lo único que quiere es que se lo expliques y le demuestres que puede tener una rentabilidad”. Sin embargo, una situación de crisis, “donde hay más presión sobre el concepto de subvención, hace más atractivo y lógico hablar de incentivos fiscales”, apunta Guardans.
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