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LOCARNO 2011

Low Life: un amor para toda la vida

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- Crítica de la película dirigida por Elisabeth Perceval y Nicolas Klotz, presentada en estreno mundial en el festival de Locarno.

Como indica la directora Elisabeth Perceval en rueda de prensa, Low Life es fruto del amor: del amor por el cine de Robert Bresson y por Nicolas Klotz, co-director y compañero sentimental desde hace 34 años. Y 34 son los años de gestación de este largometraje: la pareja tras las cámaras se conoció durante el rodaje de El diablo probablemente, de Robert Bresson, y concibió esta obra en 1977 una vez que descubrieron la gran afinidad que les ha llevado a un largo idilio personal y profesional.

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Low Life, en competición en el 64° Festival de cine de Locarno, pretende ser la respuesta a la mirada lúcida y desesperada de Bresson (“La sociedad se contrapone al deseo de libertad, de evasión, aunque luego la libertad, la evasión desemboquen en el deseo de muerte”): según Nicolas Klotz, “una esperanza de renovación antigua, tan antigua como el concepto de juventud, que se abre paso y se renueva con las cenizas de la anterior generación”.

Charles, como el protagonista de El diablo probablemente, es un estudiante en una universidad de Lyon enamorado de otra alumna llamada Carmen. La vida de la comunidad estudiantil fluye entre la búsqueda de uno mismo, del sentido de la vida y del compromiso social. Carmen se da cuenta de que ya no quiere a Charles y en una noche de altercados con la policía en la que los alumnos tratan de defender una casa ocupada por solicitantes de asilo, la joven conoce a Hussain, un poeta afgano que estudia literatura francesa. Carmen y Hussain se enamoran inmediatamente y no se separan. La solicitud de asilo del afgano, mientras tanto, es rechazada, lo que lo obliga a encerrarse en casa por miedo a ser detenido por la policía y posteriormente expulsado de Francia. Carmen tiene miedo de la posibilidad de perderlo y la pareja se encierra en la habitación y se aísla del mundo exterior. Sin embargo, esto ya no es vida alguna y Hussain decide escapar y salir de la vida de Carmen con la misma rapidez con la que entró. Se va por amor, porque enamorarse de un extranjero implica hacerlo partícipe en la propia batalla y Hussain no quiere eso para Carmen.

En la película se entrelazan y retroalimentan los registros político y poético: por un lado, la denuncia de las obtusas medidas sobre inmigración y jóvenes; por otro, la poesía de la juventud, vista como un nuevo lenguaje capaz, tal vez, de generar una nueva política. Se aprecian en la película elementos del teatro político de Harold Pinter: desde la habitación en que se encierran los amantes, único refugio de los peligros que acechan en el exterior, al lenguaje como herramienta de sometimiento, del que los protagonistas huyen a través de la poesía.

Al final de Low Life, Charles busca a Carmen, la encuentra, la sigue, se preocupa por ella, todo ello impelido por su amor, intacto, como una fuerza tranquilla capaz de superar los obstáculos de la vida.

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