Cine y cross media: ¿adaptarse o desaparecer?
No es amigo de productores y distribuidores de cine europeo el cross media [también conocido como medios cruzados]. Es decir, si no conectan su vagón al tren del cross media, probablemente perderán, a medio plazo, buena parte del público que actualmente va a los cines a ver sus películas.
La advertencia está lejos de ser alarmista. Todos sufrimos la evolución exponencial inédita en la historia de la humanidad y la generación que personas que acaban de alcanzar la edad de asistir, sola o en compañía, a una sala de proyecciones –esa generación que Rupert Murdoch denomina “digital natives” o nativos digitales– no da a este medio más valor que a muchos otros que satisfacen a la carta, cada instante de cada día, su deseo de historias y de vivir de manera más o menos activa. Las costumbres de los “digital natives” están ligadas por naturaleza al cross media y no cabe esperar de su parte un esfuerzo para regresar a los antiguos modelos de consumo. Los esfuerzos, en cambio, han de venir de un mercado que todavía ocupa su tiempo en contar butacas vacías.
Sí, el Cine, la propia obra cinematográfica, debe reconsiderar su posición no solo en cuanto a su difusión sino también en relación al lugar que ocupa en una historia que traspasa las fronteras de su guión. El Cine pertenece al cross media: al igual que la televisión, un cómic, un videojuego o una reunión social, puede constituir el medio de transporte de una historia en la que se ha de embarcar el público –ora como espectador, ora como actor o incluso como transportista– para un viaje, linear o no: el viaje del cross media.
Liz Rosenthal, fundadora y directora general de la asociación Power To The Pixel, afirma que “hemos comprobado que el cine se ve demasiado a menudo en una situación en la que no hace uso del cross media más que con fines comerciales dentro de su propio campo. Eso es algo que reduce mucho sus posibilidades, y demuestra la resistencia de los antiguos modelos que todavía no han encontrado relevos desde un punto de vista financiero”.
Sin embargo, año tras año surgen nuevas posibilidades económicas que responden al consumo cross-mediático. Un ejemplo de ello es el nuevo programa de ayudas que el fondo regional belga Wallimage ha puesto a disposición del cross media (leer más). Esta iniciativa, inédita, ha llamado la atención de Liz Rosenthal, quien se dio prisa en invitar a Wallimage a su imperdible Cross-Media Forum, que se celebrará en Londres del 11 al 14 de octubre de 2011: “quienes apuestan hoy día por el cross media son pioneros: es muy difícil medir la rentabilidad de este tipo de inversión en términos económicos y es aún más complicado administrar y repartir estos beneficios entre los inversores en un proyecto narrativo que explota el cross media. No obstante, iniciativas como la de Wallimage abren una puerta que tarde o temprano habrá que cruzar. Los viejos modelos narrativos cada vez llaman menos la atención del público”.
En Europa, los partidarios de la tradición del autor y del control artístico de una historia tienen todos los motivos para ver con malos ojos el cross media; sin embargo, la Historia, pase bien por la descarga de obras legal o ilegalmente, bien por el desarrollo vertiginoso de series de televisión, demuestra que no podemos controlar el consumo mediático del público. Más aún, estamos en disposición de llegar al público a través de los medios tradicionales para invitarlo a participar en este viaje. Un antiguo dicho aconseja mantener cerca a los amigos y a los enemigos, aún más cerca: del mismo modo, el cine no tendrá otra elección más que adaptarse y abrazar la realidad –no solo virtual– del cross media. No olvidemos que este cambio se producirá más rápidamente a medida que sean los “digital natives” del público actual quienes produzcan y cuenten las historias del mañana.
(Traducción del francés)
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