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INDUSTRIA Francia

El sistema de financiación del cine francés, amenazado

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El modelo francés de financiación del séptimo arte a través del Centre National du Cinéma et de l’image animée (CNC), pilar de los buenos resultados de la industria cinematográfica nacional y envidiado en todo el mundo, sufrió el viernes pasado un ataque sorpresa de la Asamblea Nacional. El voto de una enmienda gubernamental implementó no sólo un tope del presupuesto anual del CNC, fijado en 705,9 millones de euros (si hubiese excedente, pasaría al presupuesto general del Estado), sino que también limitó, sobre todo, los recursos del CNC en cada uno de los impuestos, lo que pondría en tela de juicio la autonomía del CNC y desestabilizaría la estructura del sistema redistributivo de la financiación al cine.

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Actualmente, el presupuesto del CNC se completa con impuestos en el precio de las entradas de cine (130 millones de euros para una afluencia estimada en 2012 en 190 millones de espectadores), los servicios de televisión (539 millones de euros, que incluyen 229 millones de euros de los proveedores de acceso a Internet) y el vídeo - VOD (32,5 millones de euros). Estos impuestos, percibidos directamente por el CNC, son distribuidos posteriormente a los diferentes actores de la industria cinematográfica y audiovisual a través de las ayudas de carácter automático (cerca de 400 millones de euros, de los que 86 millones van a los productores de cine, más de 65 millones a los exhibidores y 30,7 millones a los distribuidores) y selectivo. El tope impuesto por impuesto trabucaría por completo la lógica de la nueva distribución automática.

En un comunicado común, todas las organizaciones profesionales del sector reunidas en los Encuentros Cinematográficos de Dijon lanzaron la voz de alarma: "tal enmienda pondría en peligro el sistema de apoyo mutualista del cine francés, que, desde 1946, permitió mantener a la vez una industria cinematográfica fuerte y una creación dinámica y diversificada". El presidente del CNC, Eric Garandeau, también presente en Dijon, cualificó la enmienda de "ducha escocesa", reclamó "correcciones absolutamente necesarias" y subrayó que "las ayudas tienen que mantenerse en equilibrio con respecto a la producción" y que la enmienda rompe el vínculo que hace posible que "a través de los mecanismos de ayudas la recaudación condicione el nivel de los gastos".

Aunque los profesionales se movilizan y ponen sus esperanzas en los debates parlamentarios para frenar esta amenaza, la susodicha enmienda no deja de ser una señal política y financiera especialmente cargada de inquietudes de cara al futuro.

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(Traducción del francés)

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