Luces y sombras de la difusión del cine europeo
por Fabien Lemercier
El debate sobre el tema del perfeccionamiento de la difusión del cine europeo, organizado el viernes pasado en el marco de los Encuentros Cinematográficos de Dijon, fue alimentado por buenas noticias y algunas inquietudes. Una serie de señales favorables llegaron provenientes del Programa Media, representado por Philippe Brunet, jefe de gabinete de Andrea Vassiliou, Comisaria europea de Educación, Cultura, Multilingüismo y Juventud.
Brunet confirmó que el presupuesto del Programa Media en el periodo entre 2014 y 2020 ascendería a 900 millones de euros (por 778 millones de euros del período anterior). También subrayó que el Fondo de Garantía se elevaría a 200 millones de euros y que para la digitalización de las salas (que disponía de un presupuesto de 8 millones de euros) los Estados miembros podrán utilizar los 300 millones de euros del Fondo de desarrollo regional. Sobre este último punto, sin embargo, Brunet tiene grandes reservas sobre la posibilidad de vincular la digitalización, cuando está financiada por fondos públicos, con compromisos de programación de cine europeo: una demanda de varios participantes, en particular de la ARP (Autores-Realizadores-Productores). En efecto, según Brunet, la introducción de tal condición llevaría a los Estados a optar por estos fondos para construir puentes u hospitales en lugar de costear el equipamiento de salas digitales.
Las mayores preocupaciones vienen del sector de la distribución: el polaco Jakub Duszynski (Gutek Films y copresidente de Europa Distribution) ha subrayado el riesgo que supone para el cine de autor europeo de encontrarse restringido a algunas salas en un contexto de competencia feroz entre distribuidores y un contexto en que las multisalas de su país se niegan a programar películas como, por ejemplo, Potiche, mujeres al poder [+lee también:
tráiler
ficha de la película], de François Ozon.
Para Duszynski, el principal desafío consiste en encontrar soluciones para atraer a los cines al público mayor de 50 años, pegado mayoritariamente frente al televisor: un análisis interesante que se relaciona con el del mercado británico realizado por Clara Binns, directora de programación de City Screen, el mayor circuito independiente de cines en el Reino unido; esta última destacó que a sus salas asistieron muy poco los adolescentes y estima asimismo que el público adulto muestra un gran interés por el cine europeo, pero que la oferta de películas no ha sido suficientemente desarrollada. Según Binns, "al público del cine europeo no le gustan las multisalas, que programan muy pocas óperas primas o películas difíciles”.
Este punto de vista no lo comparte Régine Hatchondo, directora general de Unifrance, cuya principal ambición es remediar la falta de interés hacia un cierto tipo de cine europeo del público comprendido entre 15 y 25 años. Según ella, la degradación estructural de la circulación de las obras europeas determina el triunfo del cine estadounidense (excepto en China y en la India) y sólo medidas radicales y rápidas podrán dar la vuelta a esta tendencia. La solución para el cine europeo depende, según Hatchondo, del público joven, de la necesidad de no fracasar en la digitalización como fue el caso para las multisalas, del fortalecimiento de la red Europa Cinemas y de las tentativas para atraer al público de las multisalas.
(Traducción del francés)
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