Tabu
por Bénédicte Prot
- Esta extraordinaria experiencia cinematográfica, fascinante y novelesca, fue la favorita de muchos en la Berlinale de 2012. Finalista al premio LUX 2012
Con un estilo que reproduce el cine colonial de 1930 en 16 mm la introducción de Tabu [+lee también:
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ficha de la película], del portugués Miguel Gomes (Aquel querido mes de agosto [+lee también:
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ficha de la película]), cuenta cómo un cocodrilo perdió todo consuelo al devorar a un explorador que padecía un gran mal de amores. En este comienzo ya se aprecian todas las cualidades de esta maravillosa película: su audacia, la imagen en blanco y negro, sus temas, su inteligencia, su cinefilia y su humor lozano, por el que se filtran por sorpresa elementos grotestos de situaciones que en un principio se pintaron como tragedias.
La primera parte de la película, bautizada “Paraíso perdido”, transcurre en la época actual y tiene como protagonistas a tres vecinas ya mayores de nombres elocuentes: la piadosa y caritativa Pilar (Teresa Madruga), en quien podemos confiar cuando necesitamos cariño o ayuda; la devota Santa (Isabel Cardoso), una mujer de color probablemente originaria de una colonia portuguesa que no rechista ni cuando la tratan de sirvienta ni cuando van las allá y la acusan de bruja y tirana, y la viuda y madre abandonada Aurora (Laura Soveral), que se encuentra en el crepúsculo de la vida y a quien las otras dos deben socorrer periódicamente porque se arruina en los casinos, donde la asaltan pesadillas de monos peludos. Cuando, un día, la llevan de urgencias al hospital, previa orden a Santa para que se ocupe del cocodrilo, Aurora pronuncia su último deseo: volver a ver a un tal Gian Luca.
En la segunda mitad de Tabu, regresamos cincuenta años para ir a la aventura con el señor Ventura en la granja que la difunta tenía en África, al pie del monte Tabú. Por entonces, en aquel paraíso, la realidad de una joven Aurora (Ana Moreira) tenía mucho de ensueño, como lo demuestran imágenes totalmente mudas que trazan su increíble biografía apoyándose únicamente en pasajes musicales y en la voz de nuestro narrador (a quien encarna en su juventud un apuesto Carloto Cotta con el bigote a lo Gérard Philippe). Sin embargo, al cabo de esta narración colorista a pesar del blanco y negro de la imagen, descubrimos por qué esta hija de comerciante de plumas de avestruz tuvo que renunciar a una vida idílica (que incluye unos pinitos en la interpretación y su afición por la caza mayor) y guardar en su corazón el secreto de un gran mal de amores como si fuera un cocodrilo que lo custodia en sus entrañas.
Mientras que la simpática The Artist [+lee también:
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ficha de la película] prosigue con su asalto al monte Hollywood, Tabu echa raíces en un terreno diametralmente opuesto en el que, sin embargo, también homenajea al más fidedigno cine mudo (pues no lo parodia, sino que refleja su espíritu). Desde el prólogo salta a la vista la originalidad infinita de la película, inédita en cualquier otra obra, de Gomes o de otros directores.
(Traducción del francés)
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