Baad El Mawkeaa (Après la bataille): Si la plaza Tahrir pudiera hablar...
- El egipcio Yousry Nasrallah vuelve a Cannes con la primera película de auténtica ficción que transcurre durante y después la primavera árabe que vivió su país
Después de acudir como miembro del equipo de directores de la película colectiva egipcia 18 days, el egipcio Yousry Nasrallah regresa a la Croisette con la primera película de auténtica ficción que transcurre durante y después la primavera árabe que vivió su país. La coproducción franco-egipcia Baad El Mawkeaa (Après la bataille, literalmente “después de la batalla”) acaba de presentarse en la competición oficial del 65º Festival de Cannes.
Nasrallah ha preferido rodar su película no a partir de un guion sino del contexto que todos hemos podido conocer a través de los medios de comunicación de todo el mundo. El 2 de febrero de 2011, once días antes de la caída del régimen, los camelleros de Gizeh cargaron contra los manifestantes revolucionarios en la plaza Tahrir. Tras esta batalla se esconde una maniobra del clan Mubarak, que prometió a los jinetes sin alternativas una vuelta al comercio tradicional si conseguían apaciguar a los manifestantes. “El de gamberro es un oficio; el de caballero es otro. Viven del turismo y ya no hay turistas”, explica Reem (Menna Chalaby), una joven revolucionaria de clase acomodada, con educación y emancipada. Reem estuvo en la plaza Tahrir y sufrió la represión del régimen y de sus marionetas humanas. No obstante, se encariñará de Mahmud (Bassem Samra), un caballero pobre y padre de familia que cargó ese día y que cayó bajo los golpes de los manifestantes. Incomprendido por los revolucionarios que no reconocen la manipulación y víctima de las burlas de su comunidad por la vergüenza que supone su caída, Mahmud pierde todo apoyo y aunque está casado y tiene hijos, nacerá entre él y Reem un flirteo que va más allá de la diferencia de clases sociales. Mahmud bascula entre volver atrás (por razones eminentemente económicas) y un futuro distinto para sus hijos. Cuando uno de ellos le hace partícipe de su deseo de convertirse en jinete, su padre entra en cólera: “Prefiero verte muerto”, dice, antes que en un oficio en vías de extinción para Mahmud, para su caballo, por el que siente aprecio, y para el sistema económico que permite que él, su familia y sus allegados vivan del turismo a las pirámides. Los muros se estrechan y escalar las pirámides como cuando era niño ya no proporciona la misma alegría. Su campo de visión se restringe por acción de un muro real que esconde el horizonte.
Tras la revolución, los directores egipcios estaban divididos: ¿Era urgente contar lo que acababa de ocurrir en el país o era preferible esperar a tener la distancia suficiente con respecto a unos hechos que marcaron la cultura y la política en Egipto? Yousry Nasrallah se lanzó a un rodaje que acabó durando seis meses, durante los cuales la vida en Egipto no dejó de arrojar titulares. Après la bataille fue adquiriendo forma en paralelo con la actualidad; prueba de ello es el ritmo de la película, cuya desigualdad en ocasiones es patente. La película arranca a partir de un Romeo y Julieta al pie de las pirámides y se asienta en los diferentes acontecimientos que dieron lugar a ocho horas de metraje. El premontaje de casi cuatro horas sufrió nuevamente del devenir de un contexto en continua evolución. A raíz de la tragedia de Maspero en octubre (28 manifestantes fueron masacrados frente a la sede de la televisión estatal), Nasrallah opta por un desenlace funesto pero abierto. Este final in crescendo es sin lugar a dudas el momento de mayor belleza de una película que ha sido proyectada en Cannes a solo cinco días de las elecciones en Egipto.
(Traducción del francés)
¿Te ha gustado este artículo? Suscríbete a nuestra newsletter y recibe más artículos como este directamente en tu email.