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CANNES 2012 Semana de la crítica

J'enrage de son absence o el luto imposible

por 

- La actriz Sandrine Bonnaire debuta tras las cámaras en esta película en la que John Hurt encarna a un hombre afligido por la muerte de su hijo

J'enrage de son absence [+lee también:
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, ópera prima de la actriz convertida en directora Sandrine Bonnaire (tras el documental sobre su hermana Su nombre es Sabine [+lee también:
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) que se acaba de estrenar en la Semana de la Crítica de Cannes, comienza con el final de una vida. Tras la muerte de su padre francés, Jacques (William Hurt), de madre estadounidense, cruza el Atlántico tras ocho años de ausencia para recoger sus pertenencias y vender su enorme casa. Jacques había venido para cerrar asuntos de la herencia pero termina enfrentándose a un dolor sin resolver que comprendemos cuando se reencuentra con su ex mujer, Mado (Alexandra Lamy). Su mirada azul, como la de Jacques, sigue empañada por un vacío imposible de llenar: hace ocho años perdieron a su hijo Mathieu, de cuatro años de edad, en un accidente de coche mientras Jacques estaba al volante.

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Mado se volvió a casar y tuvo un segundo hijo, Paul, de 7 años ahora (interpretado por un espectacular Jalil Mehenni de ojos grises verdosos como los de su padre); Jacques, arquitecto de profesión, no reconstruyó su vida. Ambos están envueltos en un silencio que les lleva casi al olvido del recuerdo de Mathieu. “Como nadie me habla de él, es como si nunca hubiese existido”, confiesa ella. Por otro lado, Jacques se da cuenta, ahora que los bienes familiares están en cajas, de que después de 30 años de vida en Francia, "no queda nada excepto una pequeña cama de granito blanco" y una caja de plástico en el sótano de Mado en la que se puede ver un pequeño perro de peluche, entre otros juguetes.

Mado esconde a su marido la visita de un hombre al que todavía conoce muy bien y hace prometer a su hijo Paul, al que Jacques quiere conocer, que guardará el secreto. Sin embargo, el gran secreto de la película es lo que Jacques le dice a Paul (piensa que ha venido a ver a su madre): "He venido a verte a ti". El hombre y el niño comienzan una relación secreta en el sótano, donde se guardan los juguetes del niño al que Paul llama su "hermano pequeño". Los nuevos cómplices inventan rituales (intercambio de llaves, horarios... ) y una lengua secreta (por señas y mediante la lengua materna de Jacques).

El aspecto más bello de la película es la simplicidad con la que Paul acepta a Jacques como a un padre sin juzgarlo, porque instintivamente comprende su necesidad, como podemos ver en la primera mirada que le lanza cuando van al circo con Mado o en el dibujo de un hombre en una casa rodeado de arañas que el niño le hace, representando así, según el crío, las palabras que le salen de la mente. Mientras que Jacques, que se recluye en el sótano, se "deshace" de cualquier realidad excepto de su paternidad (la que ha perdido y revive ahora), Paul se convierte en el guardián del hombre y de su secreto, hasta que esconder el secreto más tiempo se vuelve imposible.

El camino que Jacques parece seguir al principio no le lleva a ninguna forma de reconciliación, sino que le provoca una "enfermedad" incurable que todo el mundo puede y quiere comprender, pero que no debe hacer olvidar que el niño es el que necesita protección de verdad. Jacques lo ha perdido todo y no tiene cura. Al final, la película no trata sobre un duelo, porque es imposible ir más allá de la ausencia en el corazón. "Este pequeño cerdito...", como dice la canción infantil que le enseña a Paul, no encontrará jamás "el camino a casa".

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(Traducción del francés)

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