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CANNES 2012 Quincena de los Realizadores

Sueño y silencio: "Abre tu mente y contempla"

por 

- Jaime Rosales busca pacientemente la esencia de la realidad en una película delicada y exigente sobre las heridas del duelo

El director barcelonés Jaime Rosales se dio a conocer en 2003 al presentar Las horas del día en la Quincena de los Realizadores. Nueve años después vuelve a esta sección paralela del festival de Cannes con su ascético y sensible cuarto largometraje. Sueño y silencio [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Jaime Rosales
ficha de la película
]
, rodada en 35 mm en blanco y negro y con luz natural, avanza en la senda de este director en perpetuo estado de búsqueda que, en esta ocasión, ha filmado a actores no profesionales sin repetir una sola toma con una cámara de una paciencia infinita que manifiesta una elegante sequedad antes de que la intensidad emerja lentamente en un relato que aborda el tema del duelo.

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Una pintura mural (en color), firmada por Miquel Barceló, en la que se adivina un personaje suspendido en el aire boca abajo, sirve de antesala a la presentación de una familia de españoles que viven en París y está formada por el arquitecto Oriol, su esposa, la profesora Yolanda, y las hijas de ambos y alumnas de su madre, Celia y Alba. A poco de las vacaciones ocurre el tragedia: la hija mayor muere en un accidente de coche del que el padre logra salvar la vida pero no los recuerdos de la existencia de su hija. El diálogo entre los dos progenitores queda roto por esta forma de amnesia (o de protegerse del dolor de la culpabilidad) y habrá de reconstruirse a medida que pasa el tiempo con el trabajo silencioso que cada uno lleva a cabo a su manera consigo mismo: volviendo a los orígenes o dando vueltas en mitad de la naturaleza de los enormes parques parisinos (Luxembourg, Buttes-Chaumont), que inundan los críos en un gran baño social que es sinónimo del regreso a la vida.

Tirando del hilo de la intriga dramática, que presenta más de diálogos por parte de la cautivadora actriz protagonista (la confesión a la amiga, la conversación con la madrastra) que por la de su marido, Jaime Rosales se enfunda el traje de artesano y observador meticuloso de un entorno de espera e interrogación que puede apreciarse bajo el rostro de cada personaje. Los fabulosos encuadres, los largos planos fijos, las voces fuera de campo, las inesperadas entradas y salidas de escena, las lentas panorámicas y algunos travelling puntuales con la cámara al hombro dotan a la película de una textura visual y de una libertad sugestiva estupendas para el espectador paciente que acepte las reglas del juego. El primer contracampo, símbolo claro de que Oriol y Yolanda retoman el diálogo, llega pasados los 80 minutos de metraje. Las arriesgadas apuestas visuales otorgan asimismo una gran importancia al sonido y a los decorados, sutilmente minimalistas, en los que domina el color blanco como si se tratase de la nueva página que la pareja ha de pasar a riesgo de caer en las clásicas diferencias e incomprensión entre hombres y mujeres a la hora de reaccionar ante un suceso de digestión terriblemente difícil: el hombre pasa por etapas bien definidas y no da otra opción más que estar de acuerdo con sus ideas; la mujer, por el contrario, se comunica con su entorno y escucha consejos. Es preciso encontrar al antagonismo tenso y violento que precedía al drama una solución y un terreno común (el parque) para que la vida pueda volver a dibujarse y llenarse de color.

Sueño y silencio es una producción de Fresdeval Films en coproducción con Wanda Vision (España) y Les Productions Balthazar (Francia). La alemana The Match Factory gestiona sus ventas internacionales.

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(Traducción del francés)

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