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VENECIA 2012 Venice Days

La escucha y la espera: un viaje a la cárcel de la mano de El gemelo, de Vincenzo Marra

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- El nuevo documental del director napolitano, cuarta película en que explora un espacio distinto de su ciudad, se desarrolla en la cárcel de Secondigliano

En la cárcel, con los presos, en sus celdas. Hasta allí se ve transportado el espectador en el nuevo documental de Vincenzo Marra, Il gemello [+lee también:
tráiler
entrevista: Vincenzo Marra
ficha de la película
]
(lit.: “El gemelo”), presentado en las Jornadas de los Autores (Venice Days) de Venecia. Tras el estadio de fútbol, el tribunal y la zona industrial de Bagnoli, el director napolitano prosigue su exploración de los espacios de su ciudad. En esta ocasión ha entrado con su cámara en la cárcel de Secondigliano y durante un año y medio ha registrado la vida que se respira, los gestos cotidianos, las conversaciones y los pensamientos más íntimos de los reclusos, y de uno de ellos en particular: Raffaele Costagliola, conocido como “El gemelo”, condenado a 29 años, de los cuales ya ha cumplido doce, por delitos relacionados con la mafia. Raffaele no es preso cualquiera. Es carismático y respetado. Trabaja en la recogida diferenciada de residuos y mantiene a su familia de origen.

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Raffaele sólo tiene un objetivo: salir lo antes posible. “Si me quedan seis años, quiero cumplir cuatro”, dice. Su actitud es la del preso perfecto. Le seguimos en su trabajo, mientras arregla su celda, mientras se cocina. Se lleva bien con todos. Evita cualquier tipo de problema. Pero sobre todo seguimos sus entrevistas con el jefe de los funcionarios de prisiones, el inspector Domenico Manzi, llamado “Niko”, que habla con los presos e intenta conocerles y ayudarles. Se crea una relación de confianza y de crítica constructiva. A Raffaele le sugiere que lea Siddharta, para aprender a escuchar y esperar. El recluso le cuenta la historia de su primo, asesinado, porque hoy día se matan hasta entre camellos de poca monta. “Esta película era la ocasión de mostrar qué hacemos en las cárceles”, subraya Manzi. “Durante las entrevistas intento conocer a la persona que tengo delante. Gracias a la escucha, se han reducido en un 70-80% los casos de lesiones autoinfligidas. Los reclusos no se sienten abandonados”.

Marra sigue estos encuentros discretamente. “La cámara se veía. No puedo decir que fui con una cámara oculta”, aclara, “pero se había creado una relación de confianza tal que todos se sentían relajados”. Un documental rodado como si fuese una película de ficción: “Sin voz narradora, poca música, ningún personaje sentado mientras habla a la cámara. Quería grabar la vida, pero con una narración”. Y la vida brilla en los ojos de Raffaele: “Quiero rodar otra película”, ha escrito en un mensaje leído por Marra durante la presentación de la película en el certamen veneciano, “acuérdate de mí, soy fuerte y sé esperar”. “Siempre me he preguntado si una película puede cambiar la vida”, ha comentado el director, “por las ganas que tiene Raffaele de hablar y de caminar, creo desde luego que sí”.

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(Traducción del italiano)

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