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INDUSTRIA Francia

¿Rentabilidad, transparencia y solidaridad?

por 

- Vincent Maraval y Michel Hazanavicius tratan de arrojar luz sobre los múltiples intereses que subyacen bajo el resplandeciente cine francés

El congreso sobre la diversidad del cine francés [Assises pour la diversité du cinéma], organizado por los poderes públicos a raíz de la reacción en cadena (leer más) provocada por la publicación a finales de diciembre de la columna de Vincent Maraval (Wild Bunch), fueron ayer por la tarde en París el marco en el que se manifestaron toda una serie de tira y aflojas entre solidaridad y ambición. Si bien la prudencia y la resaca no han faltado en las tres mesas redondas que acogieron estas divergencias sobre el cine francés, el debate sacó a la luz una nueva dimensión en aras a la estabilidad sobre la cuestión de los gastos de producción de películas.

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Un Vincent Maraval a la ofensiva una vez más aclaró sus reivindicaciones: “Estamos en un sistema protegido, perfecto, pero nunca se analiza la evolución de los presupuestos en relación a la evolución de los ingresos: examinamos siempre la financiación, no la rentabilidad. Nosotros hemos hecho sonar la alarma porque intervenimos en el mercado y no cobramos en función de la financiación. Sin embargo, los adelantos desde el extranjero han disminuido. Vendría bien una bajada de los costes de producción. Muchos jóvenes cineastas y jóvenes productores chocan de frente con la realidad de los gastos y películas ambiciosas de 30 o 40 millones de euros de presupuesto, destinadas al mercado internacional, como Lo imposible [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Juan Antonio Bayona
ficha de la película
]
 o La Belle et la Bête, tienden a la desaparición”. Tras el discurso, Aurélie Filippetti, ministra de cultura, pidió al CNC un estudio sobre la rentabilidad de las películas.

La repartición del pastel parece ser uno de los centros del debate. Para el oscarizado director Michel Hazanavicius (foto), “sanear la repartición de la subida de ingresos obligaría a bajar los costes. A algunos les interesa que las películas sean caras, pero esta inflación concentra la financiación en manos de unos pocos y va contra el principio de la diversidad”. Elizabeth Tanner, de Artmédia, mantuvo el dedo en la llaga: “algunos productores reciben cantidades muy altas. Se dan casos en que se evapora el dinero entre los ingresos brutos y los ingresos netos”. La mayor parte de los ponentes esquivó cuidadosamente tanto este tema como el de la concentración de la financiación en pocas obras (leer el artículo y la entrevista sobre este asunto). Productores, distribuidores y agentes de ventas internacionales han optado a menudo por preocuparse de su propia parcela (y pelearse unos con otros para ver quién se arriesga más), sin dejar de hacer un llamamiento, por paradójico que parezca, a la solidaridad general. Con todo, todos se mostraron de acuerdo en la necesidad de respaldar ante todo los segundos largometrajes.

La ministra de cultura no dejó de pedir que “no dejen instrumentalizar un debate legítimo por aquellos que no aman el cine” y citó a los profesionales en junio para el segundo capítulo de este congreso.

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(Traducción del francés)

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