19/05/2015 - CANNES 2015: Debut prometedor tras la cámara del guionista Thomas Bidegain con una película ambiciosa sobre una familia que busca a su hija perdida en el entorno de la Yihad

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ficha de la película]) y lo infrecuente en el joven cine francés del tema de su primer largometraje como cineasta (la búsqueda familiar a lo largo de más de una década de una adolescente desaparecida en la influencia yihadista) suscitaron toda la atención. El espectador se ve transportado en un viaje de largo recorrido, tanto en el tiempo (de 1994 a 2005) como en el espacio (del este de Francia hasta Pakistán, pasando por Amberes). Los caminos emprendidos son múltiples, la intriga (firmada por el cineasta junto con Noé Debré) traza una investigación de lo más heterodoxa (no la llevan profesionales sino los miembros de una familia francesa de lo más banal) y la película, girando alrededor del terrorismo, elabora un retrato psicológico de individuos impulsados por la fuerza de la desesperación del amor paternal y fraternal enfrentados a una ausencia inexplicable e irrecuperable.

Estamos en 1994 y la familia de Alain (el excelente actor belga François Damiens) pasa la jornada en un encuentro de aficionados a la música country cuando la hija mayor, Kelly, una adolescente de 16 años de edad, se esfuma. Entre las mentiras que se destapan tras su desaparición, la familia descubre que la niña tenía un novio desconocido llamado Ahmed e igualmente desaparecido. Alain, muy inquieto, denuncia la desaparición a la policía, que, para su rabia, no muestra la menor señal de alarma. Cuando el padre descubre una serie de cuadernos con textos en árabe que resultan ser propaganda yihadista, se abrirá un abismo en el seno de la familia en el que se sumergirán durante años de búsqueda todos sus miembros. Un agente de los servicios secretos (que se presenta como funcionario del departamento de colectivos territoriales...) les interroga sobre la desaparición pero no da respuesta alguna a las preguntas de Alain, que se lanza a investigar por su cuenta cuando llega una carta de Kelly con dirección de Charleville-Mézières (en ella la joven pide que no la busquen). El padre se hace a la carretera con carácter incansable, preso de su obsesión, dinamitando sus recursos financieros y poco a poco también todo rastro de vida social, rastreando durante años pistas que lo llevan a ambientes turbios y numerosos países (Dinamarca, Yemen, Bélgica). Su hijo, Kid (Finnegan Oldfield), al principio lo sigue y acabará cogiendo el testigo en solitario de su padre para viajar a Pakistán, donde los acontecimientos se precipitarán.

Habilidad con las elipsis y el ritmo (con un número de planos impresionante), fotografía sofisticada, suspense eficaz y trasfondo histórico empleado con destreza (puntuado con los atentados del 11 de septiembre, de Madrid y de Londres y con las apariciones del oscuro agente estadounidense que interpreta John C. Reilly): Thomas Bidegain da muestras de manejarse a las mil maravillas con los códigos del cine de género y, además, consigue trazar un retrato magnífico de un padre enfrascado en una búsqueda infinitamente descorazonadora, sumergiéndose en universos culturales que le son totalmente extraños y arrastrando consigo a su hijo. Aunque el paso del testigo entre los dos personajes hace perder al film el carisma de Damiens y la penúltima parte en Medio Oriente cuenta con unos encadenamientos con excesiva labor de guion, Les Cowboys abre a su director las puertas de una carrera como cineasta que seguiremos muy de cerca y que sin duda atraerá a numerosas distribuidoras internacionales. 

Les Cowboys es una producción de Les Productions du Trésor (que también compite por la Palma de Oro con Mon roi [+lee también:
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ficha de la película], de Maïwenn) en coproducción con las belgas Les Films du Fleuve y Lunanime. Su distribuidora, Pathé, que también se ocupa de sus ventas internacionales, la llevará a los cines franceses el 25 de noviembre.

(Traducción del francés)