26/05/2003 - Ni siquiera uno de los siete premios principales de la competición oficial: éste es el balance del cine europeo en la 56ª edición del festival de Cannes. Pero el futuro del cine europeo no pinta mal...

Ni siquiera uno de los siete premios principales de la competición oficial (Todos los premios): éste es el balance del cine europeo en la 56ª edición del festival de Cannes.
Atacado violentamente por quienes lo acusaban de premiar películas y producciones europeas, el festival ha cogido desprevenidos a sus detractores. Con la entrega de la Palma de Oro y del premio a la mejor dirección al estadounidense Gus van Sant por Elephant, el jurado presidido por Patrice Chéreau ha hecho que subiera al podio un director incómodo que mantiene una cierta independencia de la industria de Hollywood y que retrata en su película a la atormentada juventud de su país.

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La prensa ha respetado las decisiones del jurado y comentado que la lista de los ganadores era el mejor resultado posible tomando en cuenta la calidad media de las películas que competían. La más perjudicada por este palmarés restringido (6 premios para 3 películas) ha sido Dogville de Lars von Trier. Un cero absoluto escandaloso para algunos, pero justificado, según otros, por los numerosos laureles obtenidos en el pasado por el director y la actriz Nicole Kidman.

Otra gran perdedora del festival es Francia, que se había presentado con 5 películas a concurso. Y, si bien es natural que como representante del país que acoge el evento, Chéreau haya querido evitar favoritismo hacia sus compatriotas, ¿era necesario que este sentido de la hospitalidad se proyectara sobre toda Europa?
A pesar del varapalo, el futuro del cine europeo no pinta mal: las secciones paralelas del festival han llamado la atención sobre muchos directores, desde el italiano Marco Tullio Giordana hasta el danés Christoffer Boe, la francesa Julie Bertuccelli, el noruego Bent Hamer, el inglés Roger Mitchell y el español Jaime Rosales.

(Traducción del francés)