16/03/2016 - La ganadora del premio del público en Róterdam, el notable y polarizador segundo largometraje de la directora francesa, llega hoy a los cines de su país de la mano de Pyramide

"No quiero nada realmente y esto es una exigencia. Para no ser nada realmente tal vez haya una oportunidad". Repetidas a voz en grito por todos los miembros de la compañía de teatro itinerante que protagoniza la emocionante Les Ogres [+lee también:
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ficha de la película], de Léa Fehner. Estas palabras, en realidad un fragmento de la legra de una canción original compuesta expresamente para la película, resumen bastante bien el alma de libertad que habita en una obra literalmente fulgurante que traza con brillantez el retrato sobreexcitado, tierno y cruel al mismo tiempo, de una pequeña comunidad artística.

Un cuadro truculento, trepidante, excitante, estruendoso, que va sin pausa de un exceso al siguiente, desde una persecución por carretera a toda velocidad y a golpe de claxon hasta pausas épicas en la tierra de nadie que son las estaciones de servicio, pasando por males de amores, impulsos corporales, desfiles callejeros y espectáculos nocturnos (El cabaret, de Chéjov), sin olvidarnos del alcohol en la carpa, las resacas, las ordenaciones del día siguiente a la fiesta, las heridas del pasado entremezcladas con las emociones del presente, las preocupaciones materiales de la vida cotidiana de la compañía, la influencia en ocasiones corrosiva de las viejas amistades, llegando hasta una pelea general, un nacimiento inesperado, insultos y palabras dulces, sueños ambiciosos y desilusiones por superar: alimentada a todo gas por el colectivo, la exaltación de la vida del artista no tiene descanso.

Esta intensidad de las alegrías y los dramas, esta pasión de la escena que contamina todos los momentos de la realidad, este apetito devorador de interacciones humanas inundadas con la fuerza de los egos se alternan para bien y para mal y las conoce íntimamente bien la directora, puesto que vivió su infancia en el teatro itinerante que fundó su padre, François Fehner, que en la película encarna al director y actor, desencadenante y consolador, del Davaï Théâtre, una compañía de unos quince artistas que va de gira por las pequeñas localidades de Francia. Pero en este microcosmos en plena efervescencia, las crisis individuales, en especial las matrimoniales, y los dramas del tiempo que pasa amenazan la estabilidad del edificio: una vitrina pública y a menudo cruel de los sentimientos ("tus deseos se han anquilosado"). No en vano, "las reglas no se sobrepasan sin pagar por ello..."

Les Ogres confirma el potencial fuera de lo común que pudimos apreciar en el primer largometraje de Léa Fehner, Mientras uno aguante los otros seguirán [+lee también:
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entrevista: Qu'un seul tienne et les a…
ficha de la película] (presentada en las Jornadas de los Autores de Venecia de 2009 y ganadora del premio Louis Delluc a la mejor ópera prima francesa de la temporada), gracias a una magistral puesta en escena que no deja lugar a tiempos muertos en mitad de la tormenta. La cámara, en efecto, baila alrededor de sus personajes (cabe señalar aquí el talento del director de fotografía Julien Poupard) y dota a cada uno de ellos de una verdadera identidad, de la que se hacen cargo con ardor (menciones especiales merecen Marc Barbé, Adèle Haenel, Marion Bouvarel y Lola Dueñas). La cineasta hace gala de un profundo sentido de la humanidad y de la realidad y de un don de trascenderlo. Su audacia promete un porvenir cinematográfico apasionante.

Les Ogres es una producción de Philippe Liégeois para Bus Films que distribuye en Francia su propia agencia de ventas internacionales, Pyramide.

(Traducción del francés)