Arranca la quinta edición de la Muestra de Ascaso
por Alfonso Rivera
- El autodenominado “certamen cinematográfico más pequeño del mundo” inicia hoy su nueva andadura, arropado por directores como Jonás Trueba

Siempre son de agradecer las iniciativas que acercan el cine alternativo a lugares remotos, donde es complicado disfrutar de él. La Muestra de cine de Ascaso se celebra en una pequeña villa de la provincia de Huesca, en el Pirineo, desde hoy y se prolonga hasta el próximo sábado. Con espíritu colaborativo y participativo, cercano y amigable, nada tiene que ver éste con los festivales mastodónticos, maratonianos e impersonales. Su enclave único y su idiosincrasia especial, que combina vacaciones con cine, ha seducido a cineastas como Jonás Trueba, que se acercará hasta este bellísimo enclave a debatir con el público y bajo las estrellas (las proyecciones se realizan al aire libre) su último trabajo estrenado: Los exiliados románticos [+lee también:
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entrevista: Jonás Trueba
ficha de la película].
Además, en Ascaso se podrá ver la maravillosa película islandesa Rams (El valle de los carneros) [+lee también:
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entrevista: Grimur Hakonarson
ficha de la película], de Grímur Hákonarson, se repondrá esa joya adelantada a su tiempo –narrativa y formalmente– que fue La caza, del maestro aragonés Carlos Saura (Oso de Plata al mejor director en Berlín hace medio siglo), lo último de Marc Recha – Un día perfecto para volar [+lee también:
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ficha de la película] – y el documental francés Mañana [+lee también:
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ficha de la película], de Cyril Dion y Mélanie Laurent. Ocho cortometrajes, procedentes de todo el mundo, formarán la sección Ascaso en corto.
El festival, de presupuesto mínimo (10.000 €) pero gran participación de voluntarios, es un referente cinematográfico en España. Néstor Prades y Miguel Cordero son sus directores, promotores y máximos responsables, dos cinéfilos irrecuperables que han levantado, con tesón, ilusión y esfuerzo uno de los certámenes más curiosos y peculiares del saturado panorama festivalero español. “Ahora nos gustaría exportar este modelo a otros lugares: que las administraciones vean que las cosas pequeñas también tienen valor y que no decaigan”, nos dice Prades.
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