06/10/2016 - El director francés afincado en Bélgica Jean-Philippe Martin se ha lanzado en su primer largometraje a por un desafío tan apasionante como lo es poner el sonido en imágenes

Jean-Philippe Martin, director francés afincado en Bélgica, ya se dio un poco a conocer con sus cortometrajes Bbbrrrroomm y Lapin aux Cèpes. Ahora, con Sonar [+lee también:
tráiler
entrevista: Jean-Philippe Martin
ficha de la película], presentado en la categoría de óperas primas de ficción del festival internacional de cine francófono de Namur, Martin firma un primer largometraje lleno de sensaciones en el que el oído, la escucha, tanto del otro como del mundo, permite reconciliarse con uno mismo y reestablecer vínculos. 

Thomas es sonidista. Parece desilusionado, como un prisionero de la cotidianidad, en la que ya no hay lugar para las sorpresas y mucho menos para los ensueños. Al azar de un café templado en un bar perdido en mitad de una autopista, los caminos de Thomas y de Amina se cruzan; o, más bien, Amina entra por la fuerza en su coche y en su vida. Amina, exasperada por la forma en que la trata su jefe, huye estrepitosamente y suplica a Thomas que la acoja, aunque sólo sea una noche. No tiene papeles, no tiene ningún sitio al que ir, necesita uno o dos días para reponerse. Amina se instala, así, en el estudio de grabación en que Thomas se ha atrincherado. Poco a poco, ella ocupa su universo, se interesa por su trabajo, y, a pesar de él mismo y gracias a ella, Thomas encuentra nuevamente el placer por su oficio. Más allá de las tomas de sonido que Thomas efectúa por dinero, el joven se dedica a hacer retratos sonoros. Cuando Amina se propone a sí misma como sujeto, él se deja engatusar y descubre emocionado la dureza de su pasado de inmigrante. A pesar de los sentimientos que nacen entre ellos, Amina lo abandona brutalmente cuando Thomas ya no puede mantenerla. Tal será el shock para Thomas que marcha en su busca hasta Marruecos. Escuchando repetidamente las grabaciones que hizo para seguir su rastro, se percata de que ella lo mintió y su búsqueda cambia de objeto: ya no es la Amina que lo mintió la que busca, sino la verdadera Amina, la que ella le escondió. Esta búsqueda biográfica se transforma en todo un viaje iniciático para Thomas, que descubrirá que, escuchando el mundo y a los demás, uno se escucha a sí mismo. 

Jean-Philippe Martin se lanza en Sonar a por un desafío tan apasionante como lo es poner en imágenes el sonido. La cinta arranca con una voz en off, un relato que más tarde descubriremos que es una grabación. Las voces tienen una gran importancia: Martin opta por el negro para resaltar el lugar que ocupan las voces y, así, paradójicamente, crear imágenes. "Tengo la cabeza llena de imágenes", se sorprende Amina al escuchar los retratos sonoros de Thomas. El director explota el desfase entre sonido e imagen y multiplica los diálogos fuera de campo. Sus dos personajes parecen haber perdido el sentido del diálogo y la comunicación y no es sino mediante el filtro del micrófono como consiguen devolverse, aunque a veces haya que buscar la verdad bajo el lustro de la mentira. Para reencontrarse, Thomas necesita sustraerse, desarraigarse y esgrimir, entre él y el mundo, su micrófono, como si fuera una especie de transmisor de sentido. 

A Thomas le da vida Baptiste Sornin, cuya tenacidad del principio deja poco a poco el paso a una apertura y una apetencia mayores por el mundo. Eminé Meyrem presta toda su fogosidad a Amina sin dejar de sacar a la luz los abismos que deberá descubrir y con que deberá lidiar Thomas. 

Sonar es una producción de Hélicotronc en coproducción con Offshore y Proximus y con el apoyo de la federación Valonia Bruselas, el programa MEDIA Desarrollo y la región Limousin.

(Traducción del francés)