13/10/2016 - Lo que parece ser un cadáver resulta ser un enorme problema para el médico forense Tommy Tilden y su hijo, Austin, en la primera película en lengua inglesa de André Øvredal

Conocido por su entretenidísimo falso documental de ciencia ficción Troll Hunter [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Andre Øvredal
ficha de la película] (2010), el director noruego André Øvredal participa en el BFI London Film Festival de este año con La autopsia de Jane Doe [+lee también:
tráiler
ficha de la película]: un relato macabro lleno de sustos sorpresa y primeros planos sinuosos del interior del cuerpo de la persona que da título a la película. La cinta, sin duda, conquistará a los aficionados del género de terror gracias, entre otras cosas, a las estelares interpretaciones de Brian Cox y Emile Hirsch, padre forense e hijo de éste en la ficción, que deberán enfrentarse a una noche infernal de actividad sobrenatural durante una autopsia de lo menos rutinaria. 

El cuerpo de una mujer asesinada y sin identificar es descubierto en el sótano de una escena del crimen y acaba en la mesa de autopsias de Tommy Tilden (Cox) y su hijo, Austin (Hirsch). El sheriff necesita determinar la causa de la muerte durante la noche. A medida que avanza la autopsia y más profundamente perforan en su cuerpo, los doctores descubren daños cada vez más horrorosos en sus órganos, lo que despierta más preguntas de las que responde, y, al mismo tiempo, parece provocar que todo lo que les rodea se convierte poco a poco en algo terrorífico. Es imposible no sentir físicamente los nervios a flor de piel con el aumento del suspense que tiene lugar con cada corte del bisturí de los Tildens. Cox y Hirsch componen una pareja perfecta como Tommy y Austin y muestran suficientes signos de profundidad en sus personajes como para salvarlos de convertirse en meras caricaturas bidimensionales del terror.

Øvredal confina a sus protagonistas casi por completo en el laberíntico subterráneo de la morgue, con sus largos y oscuros vestíbulos de madera y la multitud de pasillos que dan a habitaciones tenebrosas y polvorientas, dejando que el tiempo fortalezca los peores presentimientos. Así, consigue encerrarnos en el espacio y no dejarnos salir a respirar. La sensación de claustrofobia y atrapamiento se completa con la tormenta que se desata en el exterior, lo que acaba por encarcelar a los Tildens cuando saltan los plomos y el ascensor deja de funcionar.

Øvredal no se amilana a la hora de mostrar la sangre y caer en el gore, obligando descaradamente al espectador a visionar cada incisión en el cuerpo de Jane Doe con una cámara que registra con frialdad el proceso de la autopsia. La intimidación que provocan esas escenas la amplifica un escalofriante diseño de sonido, que saca el mayor partido a los cortes de bisturí, a los huesos rotos y a la música pop que sale despedida de una radio. Øvredal, sin embargo, no se instala en esos momentos ni permite que la violencia contra el cuerpo se resienta como gratuita. Al contrario: se trata de un componente necesario para el avance de su narración.

Como en sus trabajos anteriores, Øvredal demuestra ser capaz de jugar con las convenciones del género toda vez que imagina sus límites de formas tan nuevas como emocionantes.  

La autopsia de Jane Doe es una producción de la británica 42 y las estadounidenses IM Global e Imposter Pictures. IFC Midnight se ocupa de sus ventas internacionales.

Nuestra cobertura de la 60ª edición del festival de cine de Londres BFI es fruto de la colaboración con el máster en estudios de cine, programación y promoción de la National Film and Television School británica.

(Traducción del inglés)