A Floresta das Almas Perdidas: la tristeza sempiterna
por Vitor Pinto
- La ópera prima de José Pedro Lopes se proyectará como parte del festival Fantasporto
En los días posteriores a la Berlinale, durante la que tanto se ha escrito sobre la industria portuguesa y sus jóvenes talentos que se han lanzado al formato del corto (leer más), un nuevo título portugués (esta vez un largometraje) de otro director debutante luso participa en el festival Fantasporto. A Floresta das Almas Perdidas [+lee también:
tráiler
ficha de la película] es una incursión en los géneros de terror y gore del productor y ahora director José Pedro Lopes.
Tras un prólogo que introduce el tema y define el tono de esta película en blanco y negro, A Floresta das Almas Perdidas arranca la primera de sus dos partes con los dos protagonistas en un bosque. A pesar de que las tomas del director de fotografía Francisco Lobo enfatizan un paisaje bucólico, no debes caer en el error de esperar una historia de amor, de hecho, el romanticismo brilla por su ausencia. El bosque es famoso porque allí se han cometido numerosos suicidios, y eso es exactamente lo que un nombre de mediana edad se dispone a hacer cuando se encuentra con una adolescente.
Los personajes, interpretados por el veterano actor teatral Jorge Mota y por la principiante Daniela Love, entablan una serie de extrañas conversaciones. El hombre, aunque no está seguro de cuáles son las intenciones de la joven, intenta evitar constantemente (aunque sin esforzarse demasiado) que se suicide. Los diálogos son ingeniosos e irónicos, y presentan al personaje de Love como una friki suicida. Parece conocerlo todo sobre el suicidio, desde estadísticas y técnicas de haraquiri japonés hasta rituales suicidas, como llevar consigo un cuaderno y un bolígrafo para escribir una carta de despedida.
El guion de Lopes es una crítica deliberada de los adolescentes que se dejan seducir por la idea de la muerte y que caen en trágicos delirios donde sus amplificadas emociones reflejan las de sus héroes fallecidos. No consta nada triste sobre el personaje sin nombre de Love, aunque le gusta citar las últimas palabras de Van Gogh “La tristeza durará para siempre”, y cuándo él le pregunta por qué quiere ponerle fin a su vida, se convierte en una gótica Virginia Wool, que contempla el agua (aunque sin piedras en los bolsillos): “Estoy segura de que me vuelvo loca de nuevo. Creo que no puedo pasar por otra de esas espantosas temporadas. Esta vez no voy a recuperarme”. Parece que sus palabras rezuman una naturaleza artificial, pero una vez que el hombre se da cuenta, es demasiado tarde.
Un giro a mitad del guion conduce a la segunda parte de la película, en la que se dejan atrás las citas literarias. Aquí, Lopes despliega su inspiración por las películas gore, aunque quizás con menos sangre y efectos especiales de los que le hubiera gustado.
A Floresta das Almas Perdidas, un proyecto de bajo presupuesto, demuestra que la determinación puede superar los obstáculos de producción, y que puede convertir un proyecto difícil en una película entretenida que se ríe de las restricciones económicas gracias a un atractivo guion. Lopes destaca como un joven cineasta que es capaz de ensamblar numerosas de sus reconocibles referencias cinematográficas para dar vida a una ópera prima personal y cuidadosamente construida.
(Traducción del inglés)
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