Laissez bronzer les cadavres: el nuevo delirio psicodélico de Cattet & Forzani
por Aurore Engelen
- LOCARNO 2017: Hélène Cattet y Bruno Forzani regresan a Locarno con una película de polis y cacos corrosiva, psicodélica y hasta alucinógena
El Mediterráneo en verano: un mar azul, un sol de plomo... y 250 kilos de oro robados por Rhino y su banda. Han encontrado la madriguera ideal: un pueblo abandonado, apartado de todo, invertido por un artista al que le falta inspiración. Sin embargo, algunos invitados sorpresa y dos policías pondrán en jaque su plan: este lugar paradisíaco, antiguo teatro de orgías y encuentros salvajes, va a transformarse en todo un campo de batalla despiadado y alucinante.
Hélène Cattet y Bruno Forzani se han labrado con el paso de sus películas una sólida reputación internacional entre el público del cine de género. Amer [+lee también:
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ficha de la película] rindieron un homenaje erudito y virtuoso al cine de terror característico de Mario Bava y Dario Argento, nacido en la Italia de los años 70. Mientras que sus dos primeros largometrajes exploraban las alambicadas psiques de sus protagonistas, Laissez bronzer les cadavres [+lee también:
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entrevista: Hélène Cattet & Bruno Forz…
ficha de la película],proyectada en la Piazza Grande de Locarno, presenta una narración más frontal. De hecho, no podía ser más sencilla: un puñado de lingotes de oro suscita la codicia de todo un grupo de artistas, hombres de ley y malhechores de toda calaña. En la sombra, la policía acecha: no hay que permitir que el botín desaparezca bajo el sol de Córcega. Aderecen el conjunto con algunas notas de Ennio Morricone al alba, misteriosas reminiscencias orgiásticas y algunos invitados sorpresa (la mujer, el bebé y la niñera) y agiten. La cinta es una adaptación de la novela homónima de Jean-Patrick Manchette y Jean-Pierre Bastid, publicada en la colección de Série Noire en 1971.
Cattet y Forzani salen así del camino hollado y se dan el lujo de hacer una persecución siguiendo el manual, con carreteras de montaña sinuosas y una vieja furgoneta. Se divierten con los códigos, difuminan géneros y se permiten desvíos, amalgamas y zarandeos. Sumergen policías y ladrones en un estado de sitio, un clásico de la gran pantalla, e inundan todo con una salsa de terror psicodélico. Se nota su gozo de chicos malos cinéfilos cuando sacan a relucir las drogas, el cuero, las motos y las conversaciones críptico-absurdas entre malhechores drogados.
Los cineastas orquestan una increíble sinfonía sensorial, los hallazgos sonoros y visuales llueven como los casquillos de las balas sobre las piedras que calienta el sol de Córcega y la banda sonora magnifica su fetichismo por el cuero, la ropa y los cilindros. Las escenas de antología se suceden, aunque destaca una escena alrededor de una mesa magistralmente puesta en escena, en la que el tono va subiendo entre Elina Löwensohn y Bernie Bonvoisin.
El casting es a imagen y semejanza de esta galaxia heterogénea. Vemos, en efecto, a una Elina Löwensohn alucinada y alucinante, que dirige con mano de hierro su grupo sobrecargado de testosterona. Frente a ella, vemos toda una colección de rostros arrugados: Bernie Bonvoisin, visto recientemente en Sonar [+lee también:
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Como en las películas anteriores de la pareja, Laissez bronzer les cadavres es una producción de Eve Commenge para Anonymes Films y François Cognard para Tobina Film con la participación del Centre du Cinéma et de l’Audiovisuel de la Fédération Wallonie-Bruxelles, BeTV, Wallimage/Bruxellimage y BNP Paribas Fortis Film Finance en Bélgica. Por parte francesa participan Canal +, Ciné +, el CNC y las regiones de Córcega y País del Loira. La cinta también ha contado con ayudas de Europe Créative. Gestiona las ventas internacionales Bac Films Distribution. Su distribuidora en Francia es Shellac.
(Traducción del francés)
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