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CANNES 2018 Quincena de los Realizadores

Crítica: La familia Samuni

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- CANNES 2018: Stefano Savona ha rodado en la Franja de Gaza un documental único e innovador por su lírica y por la animación dramática de Simone Massi

Crítica: La familia Samuni

“No sé cómo se cuenta una historia”, dice la pequeña Amal en las primeras imágenes de La familia Samuni [+lee también:
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entrevista: Stefano Savona
ficha de la película
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, el documental realizado por Stefano Savona y seleccionado para tomar parte en la Quincena de los Realizadores del Festival de Cannes de 2018. Los recuerdos de esta chiquilla palestina están demasiado presentes para poderlos esconder sin más y fluyen como un torrente: “Aquí todo eran cultivos”, e indica el desastroso panorama del barrio de Zeitoun, en Gaza, tras los bombardeos. “Llevaba café a mi padre mientras él regaba las plantas”.

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La familia Samuni es una película impelente y apasionada, si bien rodada con la distancia ideológica de que es capaz un documentalista experto como Stefano Savona, arqueólogo y antropólogo de formación. Savona regresó a los lugares en que había rodado su documental Plomo fundido, presentado en el festival de Locarno en 2009, como si aún tuviera una misión que terminar: la de contar toda la historia de la familia que había conocido al cabo de aquella devastadora campaña militar –llamada justamente Operación Plomo Fundido- lanzada por el ejército israelí contra la Franja de Gaza entre diciembre de 2008 y enero de 2009, saldada con la muerte de 29 miembros de la familia de agricultores Samouni. Además del material ya recogido, el director necesitaba representar visualmente aquellos recuerdos. Para ello, ha optado por recurrir a la animación. Lo que convierte a La familia Samuni en un documental completamente único e innovador son las imágenes animadas creadas por Simone Massi, uno de los animadores independientes italianos más conocidos a escala internacional. Quien tomara parte en la Mostra de Venecia entre los años 2012 y 2016 recordará la sigla de medio minuto que antecedía cada proyección: un tributo a Fellini, Angelopoulos, Wenders, Olmi y Tarkovsky. La animación de Massi es clásica: nada de ordenador, dibujos con técnicas que van del pastel al óleo y punzones y otros instrumentos incisivos para los últimos detalles. El resultado son imágenes de ritmo sincopado, nervioso, moléculas inestables que presentan con gran lirismo y tensión emocional los momentos más dramáticos de La familia Samuni: la llegada de los helicópteros de asalto, las ráfagas de ametralladora que llueven sobre las casas, el peinado de los soldados… A la animación también se le otorga el deber de reconstruir los recuerdos más dulces de los miembros supervivientes de la familia y los momentos de pura alegoría, como el relato por parte del pariente mayor Ateya de la Sura del Elefante, del Corán. 

Un informe publicado por la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios afirma que el ataque contra la pacífica familia Samouni –una de tantas otras víctimas de aquello que los árabes definen como el Zeitoun District Massacre- fue uno de los "incidentes más graves" en el conflicto israelo-palestino justamente porque no había ninguna aparente actividad de fundamentalistas de Hamas en la zona y porque el ejército de Israel impidió durante tres días el acceso al área de la Cruz Roja y otras organizaciones para socorrer a los heridos. Una investigación interna se abrió enseguida para repasar las acciones de la 84ª Brigada de infantería "Givati”. En los muros de algunas casas demolidas, como se ve en el documental, se hallaron escritas en hebreo y en inglés frases como "The Only Good Arab is a Dead Arab” [el único buen árabe es un árabe muerto, ndt]. Sin embargo, en las entrevistas con los patriarcas o con los vecinos del clan Samouni no encontramos nunca palabras de rabia contra los israelíes (muchos habitantes del barrio iban a trabajar al territorio israelí de la Franja de Gaza y saben hablar hebreo). En los funerales de las víctimas, cuando llegan dirigentes de Hamas, Yihad y Fatah que quieren “apoderarse” de aquellos mártires del “terrorismo sionista”, los Samouni responden que no son combatientes sino solo ciudadanos. Stefano Savona muestra el aturdimiento, el dolor y la humillación, así como las contradicciones de esa cultura, como, por ejemplo, los matrimonios combinados o la discutible gestión de las indemnizaciones. Cuando la cámara regresa al pequeño huérfano Samouni que crece en la carnicería, vive en el culto del papá muerto y reproduce su retrato con lapiceros de colores, el espectador reconoce a un potencial futuro combatiente.

La familia Samuni es una producción de Picofilms, Dugong Films con Rai Cinema, Alter Ego Production, en coproducción con ARTE France Cinéma y ARTE France Unité Société et Culture. Su agencia de ventas internacionales es Doc & Film International.

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(Traducción del italiano)

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