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LOCARNO 2018 Competición

Crítica: M

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- LOCARNO 2018: La imparable directora Yolande Zauberman compite en el festival de Locarno con su potentísima nueva película: un retrato sin concesiones de un héroe moderno

Crítica: M

Es imposible permanecer indiferentes ante una película como M [+lee también:
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, de Yolande Zauberman: una obra que embriaga con su ambiguo y cruel candor, que consigue iluminar el horror más absoluto, como recordándonos que también las víctimas pueden transformarse en héroes. M, presentada a concurso por el Leopardo de Oro del festival de cine de Locarno, nos lleva a creer que, a pesar de todo, la única manera de liberarse del veneno que nos corroe es escupirlo a la cara del mundo. Pero con clase. 

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La segunda película que Yolande Zauberman realiza en yiddish (tras Moi Ivan, toi Abraham, de 1993) nos hace penetrar en la realidad del pueblo de Beni Brak, capital mundial de los hebreos ultraortodoxos, los haredi, a la que jamás habríamos soñado con poder acceder. Quien nos da permiso para hacerlo es Menahem Lang, crecido en el corazón de esta misteriosa comunidad, en la que se ha convertido en una “voz dorada”, por lo menos hasta que, a los veinte años, decide escaparse con su secreto: los abusos que sufrió durante toda su infancia por parte de los miembros de su misma comunidad. 

Es literalmente a través de esta herida todavía abierta como Yolande Zauberman retoma el contacto con una comunidad que conoce bien pero que parece haber tenido lejos de sí deliberadamente, como si el viento que llega desde allí dejase una sensación ambigua, a la par tranquilizadora y escalofriante.

“Estoy entre mis semejantes con un cuchillo para agredirlos, estoy entre mis semejantes con un cuchillo para protegerlos (Kafka). Este es mi cuchillo”, podemos leer en los títulos de crédito: una frase que resume lo que la directora ha tenido que afrontar para llevar a buen puerto su obra. Mano a mano con su M (le maudit, le bénit), guardián de las llaves de un infierno que parece un paraíso, Yolande Zauberman confronta a “los suyos” con la realidad de la violencia sexual que sufren muchos chiquillos en el seno de una comunidad extremadamente cerrara sobre sí misma, que bien preferirían ignorar seguramente. Entre la necesidad catártica de exhibir en la plaza pública la infancia despedazada de Menahem y la necesidad de usar esta misma infancia finalmente libre de toda mordaza, como un bálsamo para curar las heridas de una comunidad que ama, Yolande Zauberman da vida a una película magníficamente ambigua y conmovedora. 

“Como todos aquellos que vivieron su mismo drama, Menahem parece ser todavía un niño”, dice la voz fuera de campo de la directora. Como si hubiese permanecido recluido en una infancia que nació muerta. Este candor suyo, la ingenuidad de su sonrisa, choca con tanta fuerza con la violencia de las palabras que salen de su boca que transforman su rostro en una máscara estremecedora e impenetrable. Y cuanto más pasa el tiempo, y gracias al coraje de una cineasta que ha tenido la fuerza de ir hasta el fondo del asunto, la parte sombría presente en M y que parecía al principio desvanecerse inexorablemente en el abismo se disipa. Yolande Zauberman no cae nunca en sensacionalismos y consigue, así, regalarnos una película sin concesiones, tan cándida como cruel, un auténtico puñetazo salvador en el estómago.

M es una producción de CG Cinema en coproducción con Phobics.

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(Traducción del italiano)

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