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BUSAN 2018

Crítica: Sew the Winter to My Skin

por 

- El director sudafricano Jahmil X.T. Qubeka disecciona el lenguaje de la representación en su thriller, que carece en buena parte de diálogo, coproducido entre Sudáfrica y Alemania

Crítica: Sew the Winter to My Skin
Ezra Mabengeza en Sew the Winter to My Skin

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, que se proyecta en la sección World Cinema del Festival Internacional de Cine de Busan, tras su estreno mundial en Toronto, el director sudafricano Jahmil X.T. Qubeka se inspiró en la técnica narrativa basada en la ausencia de diálogos que perfeccionó el autor Jean-Jacques Annaud en sus películas En busca del fuego y El oso. Más que eso, Qubeka ha conseguido con su adaptación de la leyenda sudafricana negra de John Kepe un western de dimensiones épicas. De este modo, captura el espíritu de películas recientes como Sweet Country de Warwick Thornton y My Pure Land [+lee también:
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de Sarmad Masud, que reivindican y, lo que es más importante, reinventan este género estadounidense, orientado principalmente al hombre blanco, para convertir en héroes a las minorías subyugadas que tradicionalmente las películas de vaqueros han demonizado, victimizado y estereotipado en gran medida. También es una película importante en cuestiones de representación, puesto que en el cine todavía no es común ver a personas negras contando vivencias sobre su propia historia en Sudáfrica; mientras que las alabadas ganadoras del festival de cine de Sudáfrica Tsotsi [+lee también:
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(2005), U-Carmen eKhayelitsha (2005) y La herida [+lee también:
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(2017), así como The Harvesters [+lee también:
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, de la selección Un Certain Regard de este año en Cannes, han sido todas dirigidas por hombres blancos.

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No obstante, aún más importante que la mezcla de géneros y que el hecho de que la película sea un pequeño paso hacia el desafío de la histórica falta de representación desde detrás de la cámara en el mundo del cine, es que a la vez Qubeka ha convertido la falta de diálogo en un importante mensaje sobre el reportaje y ha logrado un thriller fascinante que te mantiene al borde de la butaca. La película comienza con cazadores blancos que llevan perros y persiguen a una figura oscura y embarrada; luego salta en el tiempo hasta el juicio del Estado contra Kepe, en el que John Kepe (Ezra Mabengeza) es declarado culpable de 37 cargos y condenado a muerte. Un periodista blanco con gafas, Simon (Bok van Blerk), va informando sobre el juicio, y es su máquina de escribir la que sirve como recurso para que la película pueda saltar hacia atrás y hacia delante en el tiempo para contar la historia del forajido Kepe, autoproclamado “el Sansón de Boschberg Mountains”, quien les robaba el ganado y los víveres a los granjeros blancos para dárselos a la empobrecida población indígena. Lo intrigante es que lo que se está escribiendo y lo que se muestra en pantalla es a veces contradictorio, ya que Qubeka se refiere a cómo la historia la escribe el opresor, para el perjuicio de la minoría silenciada. Esta crítica de la verdad y de los ideales políticos de lo que leemos está presente de forma evidente en el titular de un periódico sobre el estreno de La reina de África, que reimprime en portada un reportaje sobre la “fiel representación” de la película.

A lo largo de la película, titulares periodísticos, cartas y notificaciones públicas así como la máquina de escribir del periodista nos ponen en contexto. Pero, ¿dicen la verdad?

Los otros personajes que dejan huella incluyen a un agente del orden blanco, el general Botha (Peter Kurth), que lucha por poder pagar la hipoteca y al que incordia constantemente su alcohólica mujer (Antoinette Louw), quien lo reprende en una de las pocas escenas con diálogo. Los personajes mejor construidos, los más misteriosos e interesantes de esta excepcional obra consumada, son Black Wyatt Earp (Zolisa Xaluva), Golden Eyes (Kandyse McClure) y Birthmark (Mandisa Nduna).

Sew the Winter to My Skin ha sido producida por la sudafricana Yellowbone Entertainment en colaboración con la alemana Die Gesellschaft DGS, junto con el Department of Trade and Industry, la Industrial Development Corporation, el National Empowerment Fund y el National Film and Video Foundation de Sudáfrica, y el Berlinale World Cinema Fund.

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(Traducción del inglés por Marina García Gómez)

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